CC BY-NC 4.0
© 2021, RASAL Lingüística
Córdoba: Editorial de la Facultad de Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba, 2020 (308 pp.), ISBN 978-987-47362-3-9
Córdoba: Editorial de la Facultad de Lenguas, Universidad Nacional de Córdoba, 2020 (308 pp.), ISBN 978-987-47362-3-9
Los estudios lingüísticos han privilegiado tradicionalmente una concepción de la narración como un producto textual individual donde el narrador es entendido como un sujeto autónomo, que construye una representación de sí mismo y del mundo diagético, y las audiencias son concebidas como más o menos pasivas. La obra que aquí reseñamos, Narrativas interaccionales. Una mirada sociolingüística a la actividad de narrar en encuentros sociales, de Isolda Carranza, nos invita a poner en el centro el proceso narrativo oral, entendido como práctica social inscrita en una historia interaccional, y nos lleva a revisar estudios provenientes de distintas disciplinas que han hecho un aporte a una perspectiva sociolingüística interaccional de la narración.
A partir del análisis de situaciones comunicativas concretas, registradas por la propia investigadora mediante trabajo de campo etnográfico prolongado, en las que la narración adopta características diversas y funciones particulares según géneros discursivos, la autora va retomando, a lo largo de la obra, ejes de discusión que resultan centrales para la reflexión teórica y metodológica de la disciplina. Uno de ellos es el concepto de contexto entendido en su carácter emergente. El análisis busca “superar el tipo de sociolingüística interaccional que solo se interesa por el contexto situacional inmediato” (p. 131) y la superficie textual. En cambio, se propone abordar distintos niveles textuales y contextuales que incluyen la mirada macro social en la que se inscriben y toman significación las interacciones comunicativas. Así, a lo largo del trabajo, la autora incorpora la interpretación de las condiciones sociales e históricas en las que se enmarcan los factores situacionales, “como lugar de reproducción, eco, actualización, resistencia o transformación de esas condiciones estructurales” (p.152).
Otra dimensión del contexto sobre la que se reflexiona de manera fundamental es el rol de los interlocutores o audiencias en la propia construcción narrativa-argumentativa. La autora demuestra que los interlocutores no son entidades abstractas o pasivas, sino que, por el contrario, poseen agentividad en el modo en que los narradores van delineando, moldeando, adaptando su propio relato y orientación argumentativa. A su vez, muestra cómo determinadas expectativas normativas institucionales pueden condicionar las agentividades de los participantes. En este punto, además, incorpora el debate metodológico que hace al lugar del investigador en el trabajo etnográfico y sus modos de participación en las propias narrativas de los sujetos observados. En este sentido, la investigadora va asumiendo una reflexividad permanente sobre su propio lugar en una interacción verbal dada, a la hora de interpretar material de campo registrado cara a cara, lo cual permite iluminar nuevos aspectos de los procesos narrativos.
El libro consiste en un estudio integral de perspectiva interaccional con base etnográfica que toma como eje la práctica narrativa. En él, la lingüista Isolda Carranza revisa y pone en relación materiales y conceptualizaciones que ha ido produciendo en su larga trayectoria de estudios en el área y en su extenso trabajo de campo con grupos poblacionales distintos. Así, resulta de especial interés para estudiantes de grado y posgrado que se estén formando en el área de ciencias del lenguaje en general y, en particular, deseen indagar o ahondar sobre los estudios que adoptan la perspectiva de la sociolingüística interaccional y la lingüística antropológica. Dado que pone a disposición del lector una actualización en español de un tipo de abordaje con una fuerte tradición de publicaciones en inglés, resulta un valioso aporte para la formación de investigadores jóvenes y profesores del área. Asimismo, el libro es de gran relevancia para la práctica profesional de otras disciplinas de las ciencias sociales, ya que en él se abordan, desde una mirada etnográfica, reflexiones sobre los problemas metodológicos e interpretativos relacionados con el uso de la entrevista como herramienta de recolección de datos y con material discursivo producido en el marco de distintas instituciones sociales. En este sentido, es un insumo de referencia indispensable para quienes trabajen a partir de material oral (historias de vida, etnohistoria, entre otras) y desarrollen actividades en las que la reflexión en torno a la comunicación interpersonal resulte crucial.
El libro está organizado en cinco partes y catorce capítulos según los núcleos temáticos conceptuales y los géneros discursivos y grupos e instituciones sociales entre los cuales la autora registró esos materiales. Como se explicita en la propia obra, la distribución de las partes analíticas propone una secuencia de focos cada vez más amplios. El recorrido está acompañado de síntesis y conclusiones de cada capítulo que ofrecen una imagen explicativa y condensan los ejes centrales de las ideas desarrolladas. Además, el apoyo de los esquemas y cuadros dinamiza la lectura e interpretación de datos y conceptos.
En la primera parte, titulada “Perspectiva interaccional, el concepto de voz y la explotación de recursos formales”, se presenta el enfoque general del trabajo y se hace un recorrido por las principales teorías que han estudiado la narrativa interaccional y la conversación como un género específico, así como por los conceptos ineludibles y centrales de la perspectiva. En el Capítulo 1, “Confluencias teóricas en el estudio de la narratividad interaccional”, se hace un repaso panorámico de los trabajos fundacionales y las corrientes teóricas más recientes que han aportado, desde distintas subdisciplinas como la sociolingüística, la lingüística antropológica y la etnometodología, al estudio interaccional de la narración, y que han inspirado a la autora en sus propios desarrollos científicos. Los conceptos de interacción, voz y emergencia, que serán retomados en los capítulos siguientes, son de especial interés. La perspectiva interaccional implica entender la comunicación como una relación social dinámica en la que los participantes van moldeando los componentes contextuales inmediatos que a su vez se entienden en un contexto macro social. La autora aplica esta visión a la generación de narrativas y enfatiza que “los narradores y sus audiencias están igualmente involucrados en el proceso de la creación de significados” y agrega que esta participación “siempre tiene consecuencias directas y significativas en la narrativa emergente”, así como “las identidades y las relaciones sociales son, en parte, establecidas y modificadas mediante la narrativa producida en la interacción” (p. 3). A partir del análisis de una conversación trivial entre mujeres, entre las que se incluye la investigadora, en el Capítulo 2, “Dialogismo y autoridad retórica”, se profundiza en la identificación de dos tipos de recursos que permiten construir la autoridad retórica del narrador: el discurso razonado y la distancia intertextual. A lo largo del capítulo la autora muestra, además, las relaciones prácticas entre narración y argumentación, y lo “erróneo de creerlas mutuamente excluyentes” (p. 47). El Capítulo 3, “Performance: la forma puesta en primer plano”, cierra la primera parte retomando el concepto fundamental de actuación, propuesto por Bauman (2019 [1975], entre otros) en el marco de los estudios de folclore, para mostrar cómo los recursos poéticos de la oralidad (incluyendo un exhaustivo análisis de medición de rasgos prosódicos) son explotados para persuadir y generar adhesión en la audiencia en el desarrollo de discursos orales narrativos-argumentativos.
En la parte segunda, titulada “Narrar para la audiencia: Tesis y Tiempo”, la investigadora se concentra en relatos surgidos durante entrevistas realizadas a inmigrantes latinoamericanos radicados en Estados Unidos, para examinar el modo en que los entrevistados hacen uso de la narración y las construcciones témporo-aspectuales para exponer, explícita o implícitamente, una tesis. En el Capítulo 4, “Los relatos en entrevistas y sus tesis”, la autora explora los modos en que emerge la tesis del relato, esto es, “una proposición que constituye una declaración controvertida o cuestionable en un contexto discursivo dado y se halla apoyada por elementos narrativos: el conflicto, los personajes y los acontecimientos” (p. 82). El concepto de emergencia se aplica aquí para mostrar cómo las posiciones argumentativas en la narración cara a cara toman formas específicas, ya que existe una continua negociación entre el narrador y la audiencia en torno de las interpretaciones y evaluaciones de hechos del pasado, lo que permite reorientar la argumentación. El Capítulo 5, “Los acontecimientos hipotéticos y los repetidos o habituales”, se centra en la idea de gradualidad de la narración para estudiar narrativas que no satisfacen los prototipos del relato, un campo poco explorado hasta el momento. La autora propone el concepto de narrativas de baja narratividad para identificar aquellas en las que el relato no es fácilmente identificable por no cumplir con determinados rasgos, como la presencia de juntura temporal. Nuevamente, las relaciones entre narrativa y argumentación resultan cruciales para comprender la complejidad de las relaciones dialógicas.
En la parte tercera, “El mundo de la narración y los límites permeables del mundo diegético”, cada uno de los capítulos se centra en el análisis de relatos presentes en entrevistas con inmigrantes, donde se narran experiencias atravesadas por conflictos con personajes prejuiciosos con los cuales los narradores polemizan. En el Capítulo 6, “La réplica fuera del mundo diegético”, se muestra cómo los enunciadores pueden utilizar la dramatización de una experiencia para expresar una postura ideológica hacia el prejuicio, haciendo uso de la atribución como una operación retórica que asigna propiedades a los personajes oponentes a favor de la orientación argumentativa que busca el narrador hacia la audiencia. De este modo, resulta interesante la permeabilidad de los límites entre el mundo diagético y el mundo de la interacción comunicativa. El Capítulo 7, “El personaje a cargo de la lógica retórica”, profundiza esta línea de análisis observando el uso de los otros recursos retóricos como la analogía y la explicación. Asimismo, la autora reflexiona sobre la importancia de observar la confluencia de las dimensiones ideacional, interpersonal e identitaria del discurso en el análisis de textos narrativo-argumentativos. El Capítulo 8, “Razonamiento, el Sí Mismo y el Otro”, cierra esta parte de la obra haciendo foco en el recurso de las relaciones causales. La autora recupera la tradición de estudios de argumentación para examinar la operatividad de este recurso en un relato que busca construir una postura ideológica en el mundo diagético e interaccional de la narración.
En la cuarta parte, titulada “Narrar en el molde de prácticas sociales”, se estudian las características de la narración argumentativa en géneros discursivos dados en audiencias judiciales. El Capítulo 9, “Temporalidad narrativa específica de un género”, se centra en el alegato final en juicios penales orales, para dar cuenta de la combinación de rasgos morfológicos, sintácticos y discursivos que contribuyen a una progresión temporal debilitada, como particularidad, y a la incorporación de recursos de la conversación y del registro escrito. Otro hallazgo presentado en el capítulo es que los acontecimientos narrados son, con mayor frecuencia, los que refieren al propio proceso del juicio, que la autora clasifica como nivel de la etapa actual. En el Capítulo 10, “La experiencia ajena, el sentido común y los relatos en cadena”, se profundiza sobre la relación entre los relatos desarrollados por el alegato de la acusación y de la defensa. Se encuentra que el alegato de la defensa suele incorporar la construcción del pasado presentada por la acusación y contener pasajes que buscan refutarla, dando lugar a “una larga trayectoria de recontextualizaciones de segmentos del relato del acusador” (p. 191). Asimismo, a partir del concepto de comunidad de práctica, la investigadora muestra cómo estos textos combinan aspectos del sentido común de la sociedad en general y estrategias particulares que seleccionan los operadores judiciales, que contribuyen a delinear “modos habituales y típicos de combinar el narrar y el argumentar” (p.197), que forman parte del modo legitimado de hablar en la institución. En el Capítulo 11, “La incuestionabilidad de la experiencia personal”, se analiza, en particular, la función argumentativa de las narrativas en primera persona en el alegato final del defensor. Se demuestra que la incorporación de la voz del yo personaje (protagonista o testigo) mediante modos de hablar no institucionales que evocan el sentir de la experiencia genera un efecto de autenticidad. Así, se busca incidir en la evaluación de la evidencia por parte de un auditorio entendido, también, como social e históricamente situado.
Finalmente, en la parte quinta, “Atravesando acontecimientos institucionales de narración”, se amplía el análisis de prácticas narrativas observadas en el ámbito judicial. En el Capítulo 12, “Macro relato”, la autora se concentra en narrativas sobre hechos de violencia registradas en la toma de declaración de la fiscalía de instrucción y examina el modo en que se entrelazan distintos hechos de habla en ese contexto institucional. Para dar cuenta de las singularidades de estas narraciones propone los conceptos de macro relato y momentos, a fin de reconstruir el encadenamiento temporal entre episodios y acontecimientos, y recuperar las conexiones causales. El Capítulo 13, “Trayectorias de narrativas burocráticas”, aborda las condiciones de producción del género acta de declaración testimonial y estudia el particular proceso de traducción que se desarrolla desde el texto interaccional oral inicial, dado entre un operador judicial y un testigo, al texto meta, que consiste en un documento escrito formal que se inscribe en una tradición discursiva institucional. Cabe destacar la incorporación de datos visuales como parte de los procesos semióticos del narrar y la interesante propuesta del concepto de situación de contacto para dar cuenta de las tensiones y relaciones de poder que se dan en estos encuentros. El Capítulo 14, “Interactuar y narrar en entornos cambiantes”, cierra el libro con una síntesis y las conclusiones teóricas y metodológicas generales de la obra.
A lo largo de este breve recorrido y valoración de la obra Narrativas interaccionales. Una mirada sociolingüística a la actividad de narrar en encuentros sociales se pone de manifiesto el abordaje integral centrado en la práctica social de narrar que la autora despliega a lo largo de las páginas del libro. Este enfoque integral recupera parcialmente las descripciones etnográficas de los grupos sociales con los que la investigadora ha trabajado y de los cuales han surgido los análisis y conceptos, perdiéndose así el lector interpretaciones émicas de los contextos situacionales que permitirían un mejor acercamiento a los ejemplos analizados. Sin embargo, esta perspectiva abarcativa gana en la posibilidad de encontrar generalizaciones al comparar tipos de narraciones diversas, puntos en común y especificidades que hacen a la práctica narrativa oral en contextos distintos. En este sentido, resultan ineludibles los trabajos antecedentes de la autora (Carranza 1998, 2003, 2007, 2010, 2015, por mencionar algunos), donde se anticipan propuestas conceptuales y el trabajo con material de campo original (por ejemplo, en Carranza, 1998, la autora presenta una primera elaboración de la idea de baja narratividad a partir de narrativas registradas entre inmigrantes). De esta manera, el libro resulta una elaboración comprehensiva donde cada producto textual no es considerado aisladamente, sino que establece conexiones teóricas y situacionales, a la vez que propone herramientas conceptuales novedosas para el análisis riguroso de los datos. Esto hace de este material un aporte ineludible para la investigación sociolingüística.
Bauman, R. 2019 [1975]. “El arte verbal como ejecución”, en: Golluscio, L. (comp.) Etnografía del habla. Textos fundacionales, 129-162. Buenos Aires: EUDEBA, 2da. edición revisada.
Carranza, I. E. 1998. “Low-narrativity narratives and argumentation”, en: Narrative Inquiry 8(2). 287-317.
Carranza, I. E. 2003. “Genre and Institution: Narrative temporality in final arguments”, en: Narrative Inquiry 13(1). 41-69.
Carranza, I. E. 2007. “Globalized discourse trends in local contexts”, en: Lenguas Modernas 32. 7-23.
Carranza, I. E. 2010. “Truth and authorship in textual trajectories”, en: Schiffrin, D., De Fina A. & A. Nylund (eds.) Telling stories, language, narrative, and social life, 173-181. Washington, D.C.: Georgetown University Press.
Carranza, I. E. 2015. “Narrating and arguing. From plausibility to local moves”, en: De Fina, A. & A. Georgakopoulou (eds.) Handbook of narrative analysis, 57-75. Nueva York: Wiley.