RASAL

LINGÜÍSTICA

Recibido: 27.07.2022 | Aceptado: 24.03.2023

DOI: https://doi.org/10.56683/rs232090

Los aglomerados urbanos y la diversidad poblacional: aportes para una futura actualización de la regionalización dialectal del español en Argentina

Urban agglomerations and population diversity: contributions to a future update of the dialectal regionalization of Spanish in Argentina

Julio Villarino

Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Universidad de Buenos Aires

https://orcid.org/0000-0003-4993-2629


Julia Piñeiro Carreras

Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires

https://orcid.org/0000-0002-8929-5452

Resumen

La división en regiones lingüísticas de nuestro país se define en la segunda mitad del siglo XX y contempla aspectos históricos, geográficos y poblacionales, además de los rasgos lingüísticos. Este artículo se propone realizar un aporte a los estudios dialectológicos sobre el español que se habla en la Argentina, considerando especialmente los datos en relación con la población migrante interna, migrante de países limítrofes e indígena que se ha radicado en conglomerados urbanos, de acuerdo con los datos censales de 2010.

Estos datos muestran que el 91% de la población argentina es urbana y un 66% de la población total del país se distribuye en solo 31 aglomerados urbanos. La convivencia de personas de diversos orígenes resulta un escenario propicio para el intercambio o contacto entre diferentes lenguas.

La aceleración del proceso de urbanización y concentración urbana durante las últimas décadas, concomitantemente con una mayor diversidad de las poblaciones migrantes e indígena, permite repensar la geografía de las regiones dialectales, focalizando el interés en el fenómeno urbano.

El resultado del análisis demográfico muestra que son particularmente diversas las áreas urbanas más importantes, entre ellas, el Gran Buenos Aires, principal aglomerado del país, así como la mayoría de las ciudades patagónicas.

palabras clave: aglomerado urbano; diversidad; migrantes; indígenas; regiones dialectales.

Abstract

The division of our country into linguistic regions was defined in the second half of the 20th century and involved historical, geographic, and population aspects, in addition to linguistic features. This article intends to contribute to the dialectological studies on the Spanish spoken in Argentina, especially considering the data about the internal migrant population, migrant population from neighboring countries, and indigenous people who have settled in urban conglomerates, according to the 2010 census data.

In Argentina, 91% of the population is urban and 66% is distributed in only 31 urban agglomerations. The coexistence of people from different origins is a favorable scenario for the exchange or contact between different languages.

The acceleration of urban concentration during the last decades, concomitantly with a greater diversity of migrant and indigenous populations, allows a rethinking of the geography of dialect regions, focusing interest on the urban phenomenon.

Demographic analysis shows that larger urban areas are highly diverse, including Greater Buenos Aires, the country’s largest agglomeration, and most Patagonian cities.

keywords: urban agglomeration; diversity; migrants; indigenous; dialect regions.

1. Introducción

Este artículo se propone realizar un aporte a los estudios dialectológicos sobre el español que se habla en la Argentina, considerando los datos en relación con la población migrante, migrante de países limítrofes e indígena que se ha radicado en conglomerados urbanos, de acuerdo con los registros censales de 2010. El equipo al que nos incorporamos en 2020, dirigido por Leonor Acuña, ha realizado investigaciones en el campo de la lingüística, la dialectología y la enseñanza de la lengua1, y actualmente se propone obtener más información sobre las variedades de lengua de las distintas regiones de la Argentina y el lugar que estas ocupan en los distintos espacios sociales (en la escuela, en el espacio público mediático, en el mundo literario, etc.), manteniendo la tradición de la disciplina dialectológica en el país.

La división en regiones lingüísticas, definida hacia la segunda mitad del siglo XX por Vidal de Battini, y luego por Fontanella de Weinberg, resulta un antecedente ineludible para cualquier trabajo que haga a la descripción de las variedades del español de la Argentina. Es a partir de esa propuesta plasmada en El español de la Argentina, publicado en 1964, que el equipo ha desarrollado investigaciones, basadas también en encuestas, entrevistas y viajes de campo extensivos, tendientes a identificar zonas de contacto2 y a reconocer la vigencia de los rasgos lingüísticos (palatales, sibilantes, clíticos, pronombres, uso de pronombres de tratamiento, léxico, etc.).

En el curso de estas investigaciones, centradas en el trabajo con los hablantes y llevadas a cabo desde la perspectiva del contacto lingüístico, se han realizado ciertas observaciones a la división dialectal del país y se ha detectado la necesidad de profundizar la atención en la realidad lingüística urbana a la que, en el proyecto en curso, se abordará realizando un estudio lingüístico en distintos contextos.3

Resulta un tema trascendente en virtud de la hipótesis que guía el trabajo actual del equipo: que el diseño de políticas lingüístico-educativas suele realizarse sobre la idea de comunidades homogéneas y que esto contribuye a que no se logre dar respuesta a las demandas de los destinatarios de esa educación porque no contemplan la diversidad, en situación de urbanización extrema, y se desconoce la situación lingüística de la región de la que se trata, lo cual redunda en mayores indicadores de repitencia, desafiliación escolar, etc.

El presente artículo busca aportar a la caracterización de las realidades urbanas y colaborar así con la comprensión de cómo la configuración social de esos espacios impacta en las formas que adoptan los contactos lingüísticos en cada caso y cuáles son sus efectos en las lenguas en contacto y sus variedades.

El hecho de que los ámbitos urbanos son escenario de diversidades (y desigualdades) lingüísticas ha sido ampliamente señalado.4 Messineo y Hecht, por ejemplo, enfatizan el carácter pluricultural y multilingüe de las grandes ciudades. Según señalan, en estas:

la población criolla e indígena proveniente del interior —así como de países extranjeros tanto limítrofes como europeos, asiáticos y africanos— mantiene, en distintos grados de competencia, su lengua vernácula, que en la mayoría de los casos se utiliza como lengua de comunicación familiar o intracomunitaria (Messineo y Hecht, 2015, p. 11).

En este marco, deben considerarse —como estas autoras y otros especialistas en la temática se han ocupado de señalar— las lenguas de los pueblos indígenas. Respecto de este punto específico, vale recordar que antes de la llegada de los españoles a lo que es hoy el territorio nacional se hablaban unas 35 lenguas indígenas, de las que hoy en día perduran 14 habladas por comunidades que se autorreconocen como indígenas y otras dos lenguas nativas habladas por población criolla (guaraní correntino y quichua santiagueño) (Hecht, 2019).5

El reconocimiento de esta diversidad lingüística ha derivado en la realización de numerosos estudios de caso desde perspectivas sociolingüísticas y antropológicas. Sin embargo, desde una mirada estrictamente dialectológica, los espacios urbanos no han sido priorizados como locus de análisis.6 En parte, esto se ha debido a una concepción presente en las primeras décadas del siglo pasado, y que ha resultado ser equivocada, respecto de la heterogeneidad y variabilidad características del habla de la ciudad como transitorias. La propuesta, entonces, es —recuperando los lineamientos de la dialectología urbana de Chambers y Trudgill (1994)— analizar cómo interactúan las lenguas y variedades que se hablan y quiénes y cómo adoptan el rol de mediadores lingüísticos en los aglomerados urbanos.

Pero la decisión de atender a los espacios urbanos no se desprende solamente de una cuestión de enfoque teórico, sino también de una innegable modificación en el contexto demográfico en comparación con el que existía cuando se generaron las obras pioneras de la dialectología argentina. Actualmente más del 90% de la población reside en ámbitos definidos como “urbanos”. Se trata de una realidad que sin dudas debe tomarse en consideración y a cuya descripción nos dedicamos en este artículo. En este marco, nos proponemos realizar una caracterización de aspectos específicos de la situación demográfica de la Argentina, prestando especial atención a los marcados procesos de concentración urbana que han tenido lugar al menos desde la década de 1950.

Centraremos la atención en tres grupos poblacionales, utilizando la información censal disponible: las personas que migran entre distintas provincias del país, las personas indígenas y las migrantes provenientes de países limítrofes. No buscaremos registrar toda la diversidad lingüística presente en el país —pues ello excedería los objetivos de este trabajo— sino aportar a una caracterización que colabore a la descripción de ciertos procesos demográficos que refuerzan la hipótesis de que resulta imprescindible atender a los contactos lingüísticos que ocurren en grandes aglomerados urbanos.

Si bien estos tres grupos poblacionales pueden ser portadores de lenguas indígenas o de diferentes variedades del español que se hablan en la Argentina y en los países limítrofes, no consideramos que sean abarcativos ni totalmente representativos de la enorme diversidad lingüística y cultural. Por ejemplo, no se consideran los hablantes de quichua santiagueño y del guaraní de Corrientes, ya que es imposible identificar estas personas a partir de la información censal. Sin embargo, en función de la hipótesis planteada, suponemos que los tres grupos reconocidos censalmente pueden estar aportando a escenarios de mayor contacto o intercambio lingüístico que, aun sin tener pretensión de exhaustividad, contribuyen a explicar una cuota de la diversidad poblacional (y cultural) en los procesos de urbanización.

En el primer apartado, se presenta la regionalización dialectal de la Argentina propuesta por Vidal de Battini. En el segundo, se aborda una caracterización de la situación demográfica sobre la base de los datos del último Censo de Población, Hogares y Viviendas disponible, realizado en 2010. Luego, se presenta una serie cartográfica que muestra los patrones de distribución de las tres poblaciones descritas. En el siguiente apartado, se describe el proceso de concentración urbana en curso y se realiza una discriminación focalizada en sus diferentes niveles. En las secciones siguientes, se analizan estadísticamente las tres poblaciones, considerando su peso en cada aglomerado. Finalmente, a modo de conclusión, se realiza una síntesis de la información a partir de indicadores de diversidad poblacional. Estos indicadores actúan como proxy7 de escenarios heterogéneos con potencialidad para el intercambio y contacto lingüístico, lo cual permite formular nuevos interrogantes.

2. Antecedentes y el mapa de las regiones dialectales

Tal como expresamos antes, este trabajo procura aportar a una nueva regionalización dialectal del país, como parte del trabajo de un equipo que ha llevado adelante, entre otras, investigaciones lingüísticas sobre la dialectología del español de la Argentina. En ese sentido, se han realizado análisis de rasgos, revisiones de las regionalizaciones lingüísticas existentes, estudios sobre el español en áreas de lenguas en contacto (especialmente del español en contacto con lenguas mapuche, quechua, wichí, toba y moqoit) en relación con la planificación lingüística y la enseñanza de las lenguas, etc.

La división dialectológica del español en Argentina propuesta por Vidal de Battini en 1964 (con una primera versión en 1954) fue el primer (y único hasta el momento) abordaje dialectológico del español de la Argentina en su totalidad. En su trabajo, basado en un exhaustivo relevamiento realizado entre 1930 y 1950 en todas las regiones del país8, propone la división en cinco regiones lingüísticas: noroeste, guaranítica, central, cuyo y litoral (subdividida en rioplatense, pampásica y patagónica) (ver figura 1). Figura 1. Mapa de regiones dialectales del español de la Argentina.

Figura 1. Mapa de regiones dialectales del español de la Argentina.
Fuente: elaboración propia sobre la base de Vidal de Battini (1964).

Distintos trabajos han destacado la trascendencia de esta obra, así como señalado algunas de sus limitaciones y propuesto ciertas modificaciones a esa regionalización pionera. Fontanella de Weinberg (2000), por ejemplo, cuestiona especialmente la consideración dentro de una única región del territorio que abarca desde Santa Fe y Entre Ríos hasta Tierra del Fuego y propone dividirla en tres regiones: bonaerense, litoral y patagónica (que Vidal de Battini consideraba subregiones).

Acuña, por su parte, hace algunos señalamientos sobre el tratamiento que en la obra se da a las lenguas indígenas. Por un lado, las lenguas de los niños indígenas están ausentes en el texto y de la planificación de la enseñanza que se propone (Acuña, 2013). Y por otro, su influencia en el español se reconoce solo como un hecho del pasado y circunscrito a aspectos fonológicos y léxicos (es decir que los aportes morfológicos y sintácticos solo se reconocen en el habla de las personas bilingües). En este sentido, la autora reconoce en la obra de Vidal de Battini un signo de época en lo que refiere al modo de entender el contacto lingüístico, que luego sería reconceptualizado. Es importante recordar que Weinreich en 1953 presenta un estado de la cuestión del concepto de contacto lingüístico y que será recién en las décadas de 1970 y 1980 cuando este concepto impacte en las investigaciones acerca del habla de los bilingües.

Acuña señala además dos cuestiones a tomar en cuenta. Por un lado, quedan fuera del estudio los variados multilingüismos presentes en las regiones del Chaco y Patagonia, incorporadas por las Campañas del Desierto.9 Y, por otro, tampoco se atiende a los contextos urbanos, que también presentan situaciones de contacto lingüístico de diversa intensidad. Estudios recientes hacen hincapié en la necesidad de revisar la regionalización lingüística, en especial las zonas de español en contacto con las lenguas indígenas, como ser: en el norte, las lenguas chaquenses; en el sur, de este a oeste, el mapuche; en Santiago del Estero, el quichua; en Corrientes, el guaraní; y en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el contacto con todas las lenguas indígenas del país (único lugar donde encontramos todas las lenguas indígenas de la Argentina).

En lo que hace a la atención a los contextos urbanos, estudios dialectológicos, como los de Donni de Mirande (1984) y de Fontanella de Weinberg (1992 y 2000), incorporaron la perspectiva sociolingüística, pero no incluyeron la relación de las lenguas y de los hablantes en la convivencia urbana.

Se trata de una cuestión que desde la dialectología merece ser abordada en función de los cambios en la distribución de la población que se han dado desde la publicación de El español de la Argentina hasta la actualidad. Especialmente es necesario atender al cambio en la tasa o nivel de urbanización que exhibe registros muy diferentes entre la época en la que Vidal de Battini describió la consolidación de sus regiones dialectales y el momento actual. Entre la década del 50 del siglo pasado y el censo realizado en 2010, la población urbana creció casi 30 puntos porcentuales (ver figura 2). Además, se profundizó el proceso de concentración poblacional en grandes aglomerados urbanos. La Argentina se sitúa como uno de los países más urbanizados del mundo, “muy por encima de la media mundial (54%) y por encima de la media de Europa (75%), de Estados Unidos (82,2%) y de la propia región de la que forma parte (83%)” (Registro Nacional de las Personas, s/f). La excepcionalidad del nivel de urbanización alcanzado producto de esta transformación demográfica muy probablemente ha tenido y esté teniendo un impacto en la posible delimitación de las regiones dialectales, así como en la generación de nuevos escenarios de contacto e intercambio lingüístico. Por ello, vale la pena detenerse en esta cuestión.

igura 2. Evolución del porcentaje de población urbana 1869-2010.

Figura 2. Evolución del porcentaje de población urbana 1869-2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de la Dirección Provincial de Estadística (s/f).

3. Caracterización demográfica de la Argentina actual: la profundización de la concentración urbana

Como mencionamos previamente, aquí se presenta una caracterización demográfica de la Argentina actual poniendo el foco en la distribución y concentración urbana de sus habitantes, y atendiendo a la presencia de distintas poblaciones. Analizamos especialmente los patrones de localización de tres grupos no excluyentes entre sí, considerando que su redistribución espacial a partir de las migraciones alimenta cultural y lingüísticamente las regiones donde se afincan.

Presentaremos un análisis de los datos provistos por el Censo 2010, los que hemos procesado de tal manera que nos permitan comprender mejor los procesos de concentración urbana en curso.10

A partir de la disponibilidad de información censal, se definieron tres grupos poblacionales: las personas que migran entre distintas provincias del país11, las personas 12 y las migrantes provenientes de países limítrofes y Perú.13 Este análisis puede aportar a la comprensión de parte de la heterogeneidad presente en los aglomerados urbanos, aun cuando esta obviamente excede las dimensiones aquí consideradas.

Según los datos elaborados sobre la base de dicho censo, la población extranjera limítrofe que actualmente vive en la Argentina representa un 3,4% de la población total, mientras que quienes migran internamente constituyen un 15,6%, y la población indígena un 2,4%. Asimismo, dentro de los migrantes internos, un 3% son personas indígenas, lo que significa un 0,5% de la población total. Y dentro de la población limítrofe analizada, se contabiliza un 4,5% de población indígena, lo que implica un 0,16% de la población argentina. En total, entonces, un 21% de la población total del país está compuesta por personas migrantes o de pueblos indígenas. Sin embargo, la distribución de estas poblaciones en el territorio no es homogénea y fue variando significativamente, en particular, en relación con el proceso de urbanización del país. Antes de adentrarnos en ese análisis cuantitativo específico, vale la pena hacer algunas consideraciones sobre las razones para atender a la ubicación geográfica de estos grupos poblacionales y hacia dinámicas migratorias específicas.

3.1. ¿Qué mirar?: migraciones y urbanización

La importancia de reparar en el proceso de urbanización de las migraciones, en función de que la mayor parte de las poblaciones en movimiento en la actualidad se dirigen a las ciudades, ha sido destacada por distintos autores (Balbo, 2005; Gavazzo y Nejamkis, 2017). Es un proceso que puede observarse tanto a nivel latinoamericano como mundial. Esto incluye no solo a las migraciones internas desde las áreas rurales, sino también a las migraciones internacionales impulsadas por las posibilidades de trabajo, educación y salud, etc., que ofrecen las grandes urbes para quienes se ven forzados a emigrar desde zonas empobrecidas del mundo (Balbo, 2005; Gavazzo y Nejamkis, 2017).

En lo que hace a la Argentina, es un país que, además de tener un alto porcentaje de urbanización, ocupa un lugar destacado en los procesos migratorios. Tal como explica Pizzolito (2006), las tasas de migración internacional e interna en Argentina ubican al país entre los de mayor movilidad poblacional. Según el mismo autor, “si bien las tasas de migración han variado en respuesta a distintos fenómenos históricos de acuerdo con las épocas, el país se caracteriza por experimentar altas tasas de migración y redistribución espacial de su población” (Pizzolitto, 2006, p. 32). El aporte de la inmigración europea, primero, y de países limítrofes después, así como el proceso de redistribución interna de la población, contribuyeron al proceso de urbanización y concentración urbana.

El crecimiento de la población urbana se ha ido incrementando desde fines del siglo XIX y no se detuvo. La población que vivía en ciudades pasó del 33% en 1869 hasta el 91% en 2010 (ver figura 2). Actualmente, además de la atracción que siguen generando las ciudades, continúan vigentes procesos expulsivos de población rural hacia las áreas urbanas debido a la intensificación de actividades extractivas y agroindustriales (Blois y Folguera, comunicación personal, agosto 2020). Se estima que la población urbana alcanzará el 94% en 2030 (Registro Nacional de las Personas, s/f). Como consecuencia de este proceso de urbanización y concentración,

(…) el sistema urbano está marcado por una clara tendencia hacia la macrocefalia urbana: el predominio de una gran ciudad que concentra gran parte de la población residente en aglomerados (Vapñarsky, 1995) y a las y los migrantes internacionales e internos en el Gran Buenos Aires14 (Gavazzo y Gerbaudo Suárez, 2020, p. 3).

Si bien es innegable el peso que han tenido los procesos migratorios desde espacios rurales a las ciudades, se puede observar que, hacia la mitad del siglo pasado, comienzan a esbozarse nuevas tendencias demográficas.

Desde mediados de los años setenta, aunque los procesos comienzan a manifestarse desde los años cincuenta, se empieza a configurar otro patrón de distribución territorial de la población. La migración rural-urbana deviene en secundaria, la migración interurbana e intrametropolitana adquieren mayor importancia, en un marco de terciarización de la estructura ocupacional, de flexibilización en las organizaciones productivas y de cambio tecnológico en los procesos de trabajo (Busso, 2007, p. 2).

Durante las últimas décadas se incrementó también la cantidad de inmigrantes limítrofes que llegan a la Argentina. La inmigración de países limítrofes y Perú, si bien no tiene un peso significativo a nivel nacional, ha venido creciendo constantemente. Según el Censo 2010 representa el 3,5% del total de la población. En 1991 representaba el 2,6%, creciendo casi un punto porcentual en dos décadas. A su vez, se ha ido reduciendo, debido a la propia dinámica natural de la población, la proporción de los extranjeros provenientes de Europa (ver figura 3). Dentro de las personas nacidas en Italia y España, son mayoría quienes superan los 65 años, ya que estas poblaciones sufren un proceso de envejecimiento porque no se han renovado a partir de nuevas camadas de inmigrantes. Las últimas oleadas migratorias masivas de europeos ocurrieron en el periodo de posguerra y se extendieron hasta fines de la década del 50.15 En el supuesto de que una porción de esos migrantes llegó cuando eran niños, actualmente tendrían alrededor de 70 años. Por el contrario, con un flujo creciente en las últimas décadas, los inmigrantes limítrofes tienden a constituir una población más joven. En el año 2010, las comunidades extranjeras más numerosas en la Argentina eran la paraguaya, boliviana, chilena, peruana, italiana, uruguaya y española, en ese orden (ver figura 4).

El proceso migratorio relativamente reciente por parte de las personas provenientes de países limítrofes exhibe dos etapas. En un primer momento, se localizan en las provincias fronterizas a sus respectivos países, mientras que en una segunda etapa se radican en las grandes ciudades, particularmente, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) (Calvelo, 2012; Grimson y Soria, 2017). A su vez, puede reconocerse en distintas regiones del país el impacto de la inmigración limítrofe. En el caso del noreste argentino, Gavazzo y Gerbaudo Suárez señalan que en Misiones “la migración paraguaya se concentró en el Gran Posadas: la capital y su área metropolitana” (2020, p. 3).

Figura 3. Migrantes limítrofes y no limítrofes. Argentina 1991-2010.

Figura 3. Migrantes limítrofes y no limítrofes. Argentina 1991-2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010) y Dirección Provincial de Estadística (s/f).

Figura 4. Principales países de origen de la inmigración según grupos de edad. Argentina 2010.

Figura 4. Principales países de origen de la inmigración según grupos de edad. Argentina 2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

En términos de una caracterización de la población que habita en los ámbitos urbanos, resulta fundamental también tener en cuenta la importante presencia de personas indígenas, más aún en la medida en que se trata de una presencia que ha sido marcadamente invisibilizada. De hecho, es esta invisibilización uno de los aspectos que enfatizan quienes investigan sobre poblaciones indígenas urbanas (ver por ejemplo Engelman, 2019a y b; García Palacios et al., 2015; Hecht, 2015; Hecht et al., 2016; Messineo y Hecht, 2015; Tamagno, 1986 y 2014; Vivaldi, 2019; Weiss et al., 2013).16

Además, es central para entender por qué los valores demográficos que demuestran la importante presencia de población indígena en la realidad urbana de la provincia de Buenos Aires o de otras ciudades del interior y sus periferias, son recibidos con “asombro” por la población en general (Engelman, 2016, p. 70).

La ciudad de Buenos Aires, su conurbano y la ciudad de La Plata y sus alrededores concentran la atención de muchas investigaciones sobre el fenómeno de la urbanización de los pueblos indígenas. En efecto, es la región con mayor cantidad y diversidad de pueblos originarios del país, a pesar de que esta realidad ha sido “negada, subestimada y omitida” (Hecht et al., 2016, p. 9). Según Engelman, “la década de 1960 (...) condensó la mayor parte de los desplazamientos de población indígena del interior del país hacia Buenos Aires” (Engelman, 2019a, p. 87). Estos desplazamientos no pueden desvincularse de los procesos más generales de migración desde ámbitos rurales a urbanos, como ya mencionamos.

El caso del pueblo qom de la región chaqueña es referido como un ejemplo paradigmático (Weiss et al., 2013) de migraciones no solo intrarregionales sino hacia el eje Rosario-Buenos Aires-La Plata, proceso que diera origen a los denominados “barrios tobas”. Tamagno señalaba en 2014 que

en la actualidad son más de 1.000 las familias tobas que luego de migrar en busca de mejores condiciones de existencia, han conformado unos treinta nucleamientos, algunos de ellos con importantes grados de visibilidad y organización situados en la periferia de la ciudad de Buenos Aires, (…) y en la de la ciudad de La Plata (2014, p. 2).

La autora indica que la migración toba es también muy significativa en la ciudad de Rosario, donde se han contado más de 10.000 familias.

Respecto de otras regiones del país, también se han hecho consideraciones sobre los procesos de desplazamiento de población indígena hacia zonas urbanas. Por ejemplo, para la región chaqueña, Censabella señala cómo a partir de mediados del siglo XX “se observan fisiones de algunas poblaciones rurales indígenas hacia centros urbanos regionales (ava-guaraníes, chanés y chorotes en Tartagal, Salta, Argentina) y, más recientemente, hacia grandes ciudades como Rosario y partidos del Gran Buenos Aires” (2009, p. 150). Weiss et al. (2013), por su parte, recuperan aspectos de los procesos de urbanización de tres grupos indígenas: el pueblo mapuche, a partir del caso de pobladores que han migrado a San Carlos de Bariloche, el pueblo qom y el pueblo guaraní. En el caso de estos últimos dos grupos, analizan comunidades en el Partido de Almirante Brown, Buenos Aires. En un trabajo reciente, Flores Klarik (2019) aborda la cuestión de los procesos migratorios de las últimas dos décadas de población wichí desde ámbitos rurales a urbanos en la provincia de Salta, relacionados con los desmontes por el avance del agronegocio.

3.2. ¿Cómo mirar?: metodología y análisis

En la Argentina, como ya mencionamos, la población urbana ronda el 91%, ya que según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) se considera como tal a la población que habita en localidades de 2.000 o más habitantes (Glosario INDEC). Es un dato, sin dudas, elocuente. Sin embargo, la variable urbana así definida resulta poco explicativa de las diferentes realidades y heterogeneidades territoriales, en particular, para estudiar los fenómenos urbanos más complejos como la constitución de áreas metropolitanas.

La propuesta, entonces, es analizar las poblaciones aludidas anteriormente, pero observando con más detalle la estructura urbana de la Argentina. Para ello, se analizan los datos censales considerando los 31 aglomerados urbanos que el INDEC utiliza en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Además, se los clasifica entre aquellos que tienen más o menos de 500 mil habitantes. Estos aglomerados, seleccionados sobre la base de criterios de peso poblacional y cuota regional, constituyen una muestra representativa de la realidad del país y suman el 66% de la población argentina, mientras que tan solo ocho aglomerados con más de 500 mil personas concentran un 51% de la población total. El organismo estadístico nacional define como aglomerado urbano o localidad compuesta a “un área urbana que se extiende sobre el territorio de dos o más provincias, departamentos/partidos o áreas de gobiernos locales conformando una continuidad de edificios conectados entre sí por calles” (Glosario INDEC).

En este punto es importante hacer una consideración metodológica. Si bien la conformación de los aglomerados se efectúa a partir de la agregación de radios censales, es decir, del tipo de unidad geoestadística más pequeña, para realizar el procesamiento que se presenta a continuación se consideraron los departamentos en los que se ubican estos aglomerados. La condición para realizar esta adaptación es que la mayor parte de la población de los departamentos pertenezca al aglomerado correspondiente. Este ajuste metodológico se debe a que los datos de pueblos indígenas y migrantes internos en el Censo 2010 se corresponden al cuestionario ampliado, por lo que la desagregación de la información está disponible solamente a nivel departamental (y no a nivel de radio censal). El cuestionario ampliado “se aplicó́ en todas las ciudades de menos de 50 mil habitantes y, en las grandes ciudades, a una muestra de viviendas repartidas estadísticamente” (Weiss et al., 2013, p. 6). Por ello, estos datos solo permiten una apertura a nivel de departamento (ver figuras 5 y cuadro 1).

La selección de la muestra de entidades urbanas que representan estos 31 aglomerados resulta en una simplificación de la realidad urbana del país. Por lo tanto, quedan excluidas ciudades de tamaño intermedio en las cuales seguramente se dan dinámicas demográficas similares a las que ocurren en estos aglomerados. Sin embargo, trabajar con este recorte resulta adecuado para establecer las principales tendencias que acontecen en contextos urbanos a nivel nacional y aun regional. Si bien la producción de esta “foto” a menor escala no resiste un análisis preciso a nivel de cada una de las localidades o ciudades de toda la Argentina, permite establecer y conocer la dirección general del proceso de urbanización y su relación con las poblaciones de migrantes e indígenas. Figura 5. Los 31 aglomerados urbanos según la Encuesta Permanente de Hogares y la adaptación propuesta.

Figura 5. Los 31 aglomerados urbanos según la Encuesta Permanente de Hogares y la adaptación propuesta.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

Aglomerado
Gran Buenos Aires
Gran Córdoba
Gran Rosario
Gran Mendoza
Gran Tucumán - Tafí Viejo
Gran La PLata
Mar del Plata - Batán
Gran Salta
Gran San Juan
Gran Santa Fe
Santiago del Estero - La Banda
Gran Resistencia
Neuquén-Plottier
Corrientes
Gran Paraná
Posadas
Jujuy - Palpalá
Bahía Blanca - Cerri
Río Cuarto
Formosa
San Nicolás - Villa Constitución
San Luis - El Chorrillo
Gran Catamarca
Comodoro Rivadavia - Rada Tilly
La Rioja
Concordia
Rawson - Trelew
Santa Rosa - Toay
Río Gallegos
Viedma - Carmen de Patagones
Río Grande
Ushuaia

Cuadro 1. Los 31 aglomerados urbanos según la Encuesta Permanente de Hogares17, ordenados por tamaño de aglomerado.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

4. Distribución de población indígena y migrante: serie cartográfica

En la siguiente serie cartográfica se observa la distribución de las tres poblaciones definidas anteriormente, a nivel nacional y en el AMBA (Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, s/f). Los mapas exhiben estos datos a partir de dos tipos de unidades geográficas: los 31 aglomerados urbanos antes descritos y los departamentos que no forman parte de alguno de ellos. El resultado es una representación de aglomerados y departamentos no aglomerados en forma simultánea.

Respecto de la lectura de los datos, aquellos graficados en polígonos o zonas cuya magnitud está señalada por gradientes de color, hacen referencia al valor relativo (porcentaje) que una población (indígenas, migrantes internos e inmigrantes) tiene con relación al total de personas en un área determinada. Aquellos datos representados con círculos se refieren a la magnitud absoluta (cantidad) de la misma población en ese lugar.

4.1. Inmigración limítrofe

En el caso de las personas provenientes de países limítrofes (ver figura 6), se observa una fuerte presencia relativa (porcentaje) en la Patagonia, así como en las zonas de frontera. Algunos departamentos limítrofes de las provincias de Misiones, Formosa, Jujuy, Mendoza y Neuquén registran porcentajes más elevados de población extranjera que el resto del país. También se observan valores comparativamente más altos en el AMBA, en el continuo entre las provincias de Neuquén y Río Negro, el sur de Buenos Aires, el litoral marítimo de Chubut y las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego en su totalidad. Sin embargo, en términos absolutos (cantidad) la incidencia de población extranjera es mayor en las principales áreas metropolitanas: aglomerados del Gran Buenos Aires (GBA), Gran Córdoba, Gran Mendoza y el Alto Valle del Río Negro y Neuquén. En el Gran Buenos Aires, representan el 6,5% de la población, un valor que prácticamente duplica el promedio nacional.

Figura 6. Extranjeros limítrofes y Perú, Argentina. Año 2010.

Figura 6. Extranjeros limítrofes y Perú, Argentina. Año 2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

4.2. Migración interna

Respecto de la población migrante interna (ver figura 7), también se destacan porcentualmente la Patagonia, el sur de La Pampa y noreste de Neuquén, la zona andina desde el norte de Chubut hasta el sur de Neuquén, el centro de Río Negro, el noreste de Chubut, toda la provincia de Santa Cruz con mayor intensidad en suroeste y, en particular, los dos departamentos de la provincia de Tierra del Fuego. Asimismo, se detecta una franja que reviste valores relativamente altos en el centro del país, comenzando desde el norte de la provincia de La Pampa, atravesando San Luis y cubriendo algunos departamentos de las provincias de La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero. El GBA también muestra un porcentaje elevado de migrantes internos, donde un 21% de la población nació fuera del aglomerado. En cuanto a la cantidad de migrantes, al igual que en el mapa anterior, se observa que su mayor parte se aglomera en las principales áreas metropolitanas del país, aunque en este caso mayormente en las tres ciudades más grandes: GBA, Gran Córdoba y Gran Rosario.

Figura 7. Migrantes internos, Argentina. Año 2010.

Figura 7. Migrantes internos, Argentina. Año 2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

4.3. Población indígena

En cuanto al mapa de población indígena (ver figura 8), se observan dos grandes zonas con mayor porcentaje de habitantes indígenas. Una franja en el norte del país, que comienza en el norte de la provincia del Chaco, abarca el centro-oeste de la provincia de Formosa y se extiende hasta la Puna, con una estribación o derivación hacia los valles calchaquíes. La segunda zona se encuentra en la Patagonia y comprende un área relativamente contigua desde la provincia de Chubut hasta La Pampa. El epicentro de esta zona, es decir, donde se detectan los valores más elevados, ocurre en el centro oeste de las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén. También se observan otras zonas aisladas y de menor intensidad en la región de Cuyo y algunos departamentos de la provincia de Santiago del Estero. La concentración, en términos absolutos o cantidad de población indígena se correlaciona positivamente con algunas zonas con valores porcentuales altos como, por ejemplo, en el noroeste o la Patagonia. En el NOA, la mayor cantidad de población indígena se sitúa en el Chaco Salteño (donde no se emplazan grandes ciudades) y en las capitales de Salta y Jujuy. En la región patagónica, el mayor número de indígenas se aglomera en las áreas urbanas como, por ejemplo, en el continuo interprovincial que se produce sobre el Alto Valle, en Bariloche, y en el aglomerado Rawson-Trelew. Pero donde se concentra fuertemente la población indígena es en los grandes centros urbanos de la Argentina: GBA, Gran Rosario, Gran Córdoba y Gran Mendoza.18

Figura 8. Población indígena, Argentina. Año 2010.

Figura 8. Población indígena, Argentina. Año 2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

5. Concentración urbana de las poblaciones migrantes e indígena

Según la serie cartográfica anterior se observa que, si bien el peso relativo de las poblaciones analizadas es mayor en algunas zonas de menor concentración poblacional como la Patagonia o el norte argentino, su distribución en función de la cantidad total de personas resulta ligada a las áreas urbanas más importantes.

En el siguiente análisis se propone una lectura de estos mismos datos, pero segmentados según diferentes ámbitos geográficos tomando en cuenta el grado de urbanización. Se consideraron los 31 aglomerados urbanos del INDEC, pero trazando una división entre estos y los departamentos que quedaron por fuera. Asimismo, los aglomerados fueron subdivididos en dos categorías ‘urbanas’ según su tamaño. Por lo tanto, quedaron establecidos tres ámbitos geográficos de análisis: aglomerados de más de 500 mil habitantes, aglomerados de menos de 500 mil y departamentos no aglomerados. La línea de corte en los 500 mil habitantes separa las áreas urbanas más importantes de los aglomerados medianos o pequeños, tal como lo establecen diferentes documentos públicos (INDEC, 2020). Para este ejercicio se consideró ese umbral según los datos del Censo 2010.

La figura 9 exhibe cómo se distribuyen porcentualmente las poblaciones provenientes de países limítrofes y Perú, migrantes internos e indígenas según los diferentes ámbitos geográficos delimitados. Se verifica que la mayor parte de los migrantes, tanto internos (58%) como externos (75%), reside en las ciudades de más de 500 mil habitantes. Es decir, se confirma que las migraciones están fuertemente asociadas a los principales aglomerados del país. En el caso de la población indígena, la mayoría se distribuye, casi en partes iguales, entre los departamentos no aglomerados (44%) y las áreas urbanas de mayor tamaño (41%), mientras que el resto reside en las ciudades de menos de 500 mil habitantes (14%). El escaso porcentaje de población indígena que vive en las ciudades intermedias es el reflejo de un proceso migratorio en el cual también prevalecen las áreas urbanas más grandes como lugares de destino.

Figura 9. Distribución de las poblaciones migrantes e indígenas según ámbito geográfico, Argentina. Año 2010.

Figura 9. Distribución de las poblaciones migrantes e indígenas según ámbito geográfico, Argentina. Año 2010.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

6. Análisis y resultados por tipo de población

6.1. Inmigración limítrofe

En el siguiente análisis se consigna la información de los inmigrantes limítrofes y de Perú desagregada por aglomerado urbano. Las ciudades que mayor proporción de población inmigrante tienen son: Río Gallegos, Río Grande, Comodoro Rivadavia, Neuquén, Ushuaia, GBA y Gran La Plata. Sin embargo, la mayor cantidad de población inmigrante limítrofe reside en el GBA. Allí se ubica el 65% del total, seguido por el Gran La Plata con el 3%. Es decir que, considerando estos dos aglomerados en forma conjunta, el AMBA se constituye en el más importante centro de atracción de este tipo de poblaciones (ver cuadro 2).

tipo de aglomerado aglomerado inmigrantes % población total del aglomerado % población total inmigrante
- de 500 mil Río Gallegos 11.576 10,22% 0,85%
- de 500 mil Río Grande 6.084 8,69% 0,45%
- de 500 mil Comodoro Rivadavia 14.852 7,96% 1,09%
- de 500 mil Neuquén-Plottier 24.239 6,68% 1,78%
- de 500 mil Ushuaia 3.795 6,66% 0,28%
+ de 500 mil Gran Buenos Aires 881.923 6,48% 64,79%
+ de 500 mil Gran La PLata 38.950 4,87% 2,86%
- de 500 mil Formosa 8.469 3,61% 0,62%
- de 500 mil Bahía Blanca - Cerri 10.448 3,46% 0,77%
+ de 500 mil Gran Mendoza 37.597 3,46% 2,76%
- de 500 mil Rawson - Trelew 4.508 3,43% 0,33%
- de 500 mil Jujuy - Palpala 10.876 3,42% 0,80%
- de 500 mil Posadas 10.588 3,26% 0,78%
- de 500 mil Viedma - Carmen de Patagones 2.555 2,91% 0,19%
+ de 500 mil Gran Salta 13.702 2,36% 1,01%
+ de 500 mil Mar del Plata - Batán 11.312 1,83% 0,83%
+ de 500 mil Gran Córdoba 24.393 1,57% 1,79%
- de 500 mil San Luis - El Chorrillo 2.796 1,37% 0,21%
+ de 500 mil Gran Rosario 14.051 1,04% 1,03%
- de 500 mil Concordia 1.539 0,91% 0,11%
- de 500 mil La Rioja 1.265 0,70% 0,09%
- de 500 mil Gran Resistencia 2.681 0,69% 0,20%
- de 500 mil San Nicolás - Villa Constitución 1.458 0,63% 0,11%
- de 500 mil Santa Rosa - Toay 734 0,62% 0,05%
- de 500 mil Corrientes 1.963 0,55% 0,14%
- de 500 mil Gran San Juan 2.736 0,52% 0,20%
- de 500 mil Río Cuarto 1.155 0,47% 0,08%
+ de 500 mil Gran Tucumán - Tafí Viejo 3.118 0,34% 0,23%
- de 500 mil Gran Santa Fe 1.745 0,33% 0,13%
- de 500 mil Gran Catamarca 551 0,28% 0,04%
- de 500 mil Gran Paraná 916 0,27% 0,07%
- de 500 mil Santiago del Estero - La Banda 538 0,13% 0,04%

Cuadro 2. Población inmigrante limítrofe por aglomerado urbano.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

6.2. Las migraciones internas

Con el objetivo de medir el nivel de migración interna, se recurrió a la pregunta censal que registra la provincia de nacimiento. Esta variable, si bien determina la mayor parte de la circulación poblacional del país, excluye los procesos migratorios que pudieron ocurrir al interior de una misma provincia, por ejemplo, desde una zona rural hacia una ciudad. Sin embargo, es el dato más exhaustivo que se puede obtener y que permite reconstruir el aporte poblacional que distintas provincias realizan a los aglomerados urbanos.

Según el cuadro 3, las ciudades patagónicas registran una proporción muy elevada de migrantes internos. Estos datos reafirman el perfil de esta región, netamente receptora de población. Las dos ciudades fueguinas, Ushuaia y Río Grande, registran alrededor de un 60% de habitantes nacidos en otra provincia (lo cual tiene implicancias lingüísticas que merecen atención, como señala Sinner, 2016).19 Otras ciudades con un nivel elevado de migrantes internos son: Río Gallegos, Neuquén, el GBA, Comodoro Rivadavia, Viedma-Carmen de Patagones, San Luis, etc. El GBA tiene más de 2 millones y medio de personas nacidas en otra provincia, lo que significa un 21% de su población. Este aglomerado acumula el 43% de todos los migrantes internos del país. Otras grandes ciudades que concentran una parte importante de migrantes totales son el Gran Córdoba (3,3%) y el Gran Rosario (3,4%), aunque la proporción que ocupan sobre su población total es algo menor, en torno al 15%.

tipo de aglomerado aglomerado migrantes internos % población total del aglomerado % población total migrante
- de 500 mil Ushuaia 30.786 63,71% 0,52%
- de 500 mil Río Grande 37.488 60,44% 0,63%
- de 500 mil Río Gallegos 37.489 38,15% 0,63%
- de 500 mil Neuquén-Plottier 97.980 29,40% 1,66%
- de 500 mil Comodoro Rivadavia - Rada Tilly 48.113 28,82% 0,81%
- de 500 mil Viedma - Carmen de Patagones 23.420 27,98% 0,40%
- de 500 mil San Luis - El Chorrillo 51.739 26,01% 0,87%
- de 500 mil Rawson - Trelew 28.291 22,80% 0,48%
- de 500 mil Santa Rosa - Toay 24.305 21,09% 0,41%
+ de 500 mil Gran Buenos Aires 2.569.885 20,87% 43,46%
- de 500 mil La Rioja 36.908 20,71% 0,62%
- de 500 mil San Nicolás - Villa Constitución 44.877 19,69% 0,76%
+ de 500 mil Mar del Plata - Batán 110.368 18,96% 1,87%
+ de 500 mil Gran Rosario 201.486 15,37% 3,41%
- de 500 mil Bahía Blanca - Cerri 40.381 14,21% 0,68%
+ de 500 mil Gran La PLata 102.967 13,98% 1,74%
+ de 500 mil Gran Córdoba 194.522 12,93% 3,29%
- de 500 mil Jujuy - Palpalá 36.868 12,15% 0,62%
+ de 500 mil Gran Mendoza 119.822 11,68% 2,03%
+ de 500 mil Gran Salta 63.662 11,42% 1,08%
- de 500 mil Posadas 34.767 11,26% 0,59%
- de 500 mil Gran Resistencia 42.818 11,17% 0,72%
- de 500 mil Río Cuarto 26.345 10,93% 0,45%
- de 500 mil Corrientes 37.893 10,74% 0,64%
- de 500 mil Gran Paraná 29.320 8,74% 0,50%
+ de 500 mil Gran Tucumán - Tafí Viejo 79.716 8,72% 1,35%
- de 500 mil Gran Santa Fe 44.063 8,54% 0,75%
- de 500 mil Concordia 13.822 8,32% 0,23%
- de 500 mil Formosa 17.744 7,97% 0,30%
- de 500 mil Gran Catamarca 14.844 7,56% 0,25%
- de 500 mil Santiago del Estero - La Banda 29.097 7,18% 0,49%
- de 500 mil Gran San Juan 36.035 6,94% 0,61%

Cuadro 3. Población de migrantes internos por aglomerado urbano.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

6.3. Población indígena

Como ya mencionamos, los pueblos indígenas están crecientemente urbanizados. Un 80% vive en áreas urbanas. Asimismo, un 41% vive en los 31 aglomerados urbanos que define el INDEC.

La concentración urbana alcanza su valor más alto en GBA, donde residen 265.000 indígenas, lo que representa un 28% de la población total indígena del país. En orden de importancia, le siguen otros aglomerados como Gran Córdoba, Gran Mendoza y Gran Rosario, pero con valores mucho más bajos, de entre el 2 y 3% (ver cuadro 4).

Los datos muestran que los aglomerados urbanos que detentan una proporción mayor de habitantes de pueblos originarios (% sobre población total del aglomerado) son: Rawson-Trelew, Viedma-Carmen de Patagones, Neuquén-Plottier, Santa Rosa-Toay, Jujuy-Palpalá y Comodoro Rivadavia-Rada Tilly. Con excepción de Jujuy-Palpalá, son todas ciudades patagónicas. Los datos reflejan que las ciudades de la Patagonia tienen mucha población indígena en proporción al total de habitantes. Sin embargo, como se apuntó anteriormente, en valores absolutos la población indígena está crecientemente concentrada en la región pampeana y, en particular, en el GBA.

Una parte de la población indígena, además, son extranjeros. De las 955.032 personas indígenas, unas 65.484 provienen de países limítrofes. La mayoría procede de Bolivia (50%), seguido por Paraguay y Chile.

tipo de aglomerado aglomerado indígenas % población total del aglomerado % población total indígena
- de 500 mil Rawson - Trelew 12.139 9,38% 1,27%
- de 500 mil Viedma - Carmen de Patagones 6.897 7,94% 0,72%
- de 500 mil Neuquén-Plottier 22.765 6,33% 2,38%
- de 500 mil Santa Rosa - Toay 6.669 5,73% 0,70%
- de 500 mil Jujuy - Palpalá 14.479 4,59% 1,52%
- de 500 mil Comodoro Rivadavia - Rada Tilly 7.845 4,25% 0,82%
- de 500 mil Bahía Blanca - Cerri 9.932 3,34% 1,04%
- de 500 mil Río Gallegos 3.350 3,01% 0,35%
- de 500 mil Ushuaia 1.608 2,95% 0,17%
- de 500 mil Río Grande 1.955 2,85% 0,20%
+ de 500 mil Mar del Plata - Batán 15.350 2,54% 1,61%
+ de 500 mil Gran Mendoza 25.319 2,35% 2,65%
+ de 500 mil Gran Salta 12.422 2,17% 1,30%
+ de 500 mil Gran La PLata 16.762 2,13% 1,76%
+ de 500 mil Gran Buenos Aires 265.090 1,97% 27,76%
- de 500 mil Formosa 4.543 1,95% 0,48%
- de 500 mil Gran Resistencia 7.128 1,84% 0,75%
+ de 500 mil Gran Córdoba 27.703 1,80% 2,90%
- de 500 mil Gran Santa Fe 9.081 1,75% 0,95%
- de 500 mil San Luis - El Chorrillo 3.402 1,68% 0,36%
+ de 500 mil Gran Rosario 20.632 1,54% 2,16%
- de 500 mil Gran Paraná 4.968 1,47% 0,52%
- de 500 mil Río Cuarto 3.388 1,39% 0,35%
- de 500 mil San Nicolás - Villa Constitución 3.052 1,32% 0,32%
- de 500 mil La Rioja 2.106 1,17% 0,22%
- de 500 mil Gran Catamarca 2.160 1,10% 0,23%
+ de 500 mil Gran Tucumán - Tafí Viejo 9.044 0,98% 0,95%
- de 500 mil Gran San Juan 4.732 0,90% 0,50%
- de 500 mil Concordia 1.466 0,87% 0,15%
- de 500 mil Santiago del Estero - La Banda 3.114 0,77% 0,33%
- de 500 mil Posadas 2.139 0,66% 0,22%
- de 500 mil Corrientes 1.921 0,54% 0,20%

Cuadro 4. Población indígena por aglomerado urbano.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

7. Reflexiones finales

7.1. Indicadores de diversidad poblacional: una herramienta para el análisis

En el presente artículo buscamos presentar algunos datos demográficos que consideramos importante tener en consideración a la hora de pensar una posible actualización de la división dialectal del español de la Argentina que atienda a los múltiples escenarios de contacto lingüístico actuales. Luego de repasar algunos de los antecedentes más importantes de la dialectología argentina, nos concentramos en describir ciertos procesos demográficos en curso que merecen ser tenidos en cuenta. Debido al alto nivel de urbanización que registra la Argentina, resulta imprescindible atender a las grandes ciudades como escenarios de contacto lingüístico.

Considerando los 31 aglomerados seleccionados por el INDEC y atendiendo a la presencia de lo que definimos operativamente como tres grupos poblacionales —migrantes de países limítrofes, internos y población indígena— concluimos que no solo se encuentran fuertemente urbanizados, sino que además se encuentran altamente concentrados en dichos aglomerados.

A modo de síntesis, se propone la generación de indicadores de diversidad poblacional a partir de la información de cada uno de los grupos estudiados, así como un indicador sintético cuyo valor sería un proxy20 en cuanto a la posibilidad de establecer nuevos escenarios de contacto lingüístico. Para construir estos indicadores se consideró, en primer lugar, el porcentaje que las diferentes poblaciones —migrantes internos y externos, y pueblos indígenas— acumulan en cada uno de los 31 aglomerados (tipo particular de población en el aglomerado/tipo particular de población a nivel nacional) (ver cuadro 5).

Se observa, por ejemplo, que el aglomerado urbano GBA concentra el 65% de los inmigrantes limítrofes, el 44% de los migrantes internos y el 28% de los indígenas del país. Asimismo, esta ciudad concentra el 34% de la población total. Es decir, tiene una proporción mucho más elevada de inmigrantes y migrantes internos con relación a su población total y un número algo menor de indígenas.

A partir de los valores del cuadro 5 se generaron los indicadores (ver cuadro 6) de la misma manera en la cual se realizó la comparación en el párrafo anterior, considerando el peso de cada una de las poblaciones específicas sobre la población total. Por lo tanto, el indicador para cada tipo de población se resume en la siguiente fórmula:

I=Pxa/Pxn
Pta/Ptn

Donde I es el indicador, Pxa es un tipo particular de población (indígena, migrante interna o inmigrante limítrofe) en el aglomerado, Pxn es el mismo tipo particular de población (indígena, migrante interna o inmigrante limítrofe) a nivel nacional, Pta es la población total del aglomerado y Ptn es la población total a nivel nacional.

El valor nacional es el nivel de referencia y, por lo tanto, en todos los casos resulta igual a 1. Es decir, tanto para la población migrante interna, inmigrante e indígena el valor a nivel nacional es 1 pues se registra para todo el país un 100% de la población total y, a la vez, un 100% de la población indígena, migrante o inmigrante. En este sentido, cada indicador exhibe cuánto se desvía cada aglomerado del nivel base expresado por el valor nacional. En caso de que el indicador resulte mayor a 1, el aglomerado posee una proporción mayor de un tipo de población particular respecto de la población general, tomando como referencia el valor de base a nivel nacional. Inversamente, si es menor, contiene una proporción menor de la población en cuestión.

Retomando el ejemplo del GBA (cuadro 5), este aglomerado contiene el 65% de los inmigrantes limítrofes del país, pero el 34% de la población total. Por ello, el valor del indicador para este tipo de población en dicho aglomerado se acerca a 2 (1,91), ya que los inmigrantes casi duplican su proporción respecto de la población total.

En la última columna del cuadro 6, se generó un indicador sintético como un modo de poder registrar el impacto combinado de los tres tipos de población, en la hipótesis de que esta agregación tiene efectos sobre el intercambio y el contacto lingüístico. Por lo tanto, resume la información de las tres poblaciones e intenta registrar el nivel de heterogeneidad poblacional combinado. Se construye como promedio simple de los otros tres indicadores.

Según este indicador síntesis, como puede verse, se concluye que las ciudades más heterogéneas poblacionalmente son: Río Grande, Ushuaia, Río Gallegos, Neuquén-Plottier, Rawson, Viedma-Carmen de Patagones, Comodoro Rivadavia-Rada Tilly; todas estas ciudades patagónicas y con menos de 500 mil habitantes. Siguiendo la lectura del cuadro tal como está construido, es decir según orden decreciente del indicador sintético, la primera ciudad con más de 500 mil personas es el GBA (en la sexta fila, con un valor de 1,99).

El nivel de heterogeneidad poblacional que resulta en cada ciudad se conforma de manera particular. Por ejemplo, en Ushuaia y Río Grande prácticamente se cuadriplica la proporción de migrantes internos respecto al nivel nacional (el indicador arroja valores cercanos a 4 para las dos localidades), aunque también tiene una incidencia significativa el valor obtenido para los inmigrantes limítrofes. Por el contrario, en Rawson-Trelew y Viedma-Carmen de Patagones se destaca el peso de las personas indígenas (el indicador supera el valor de 3 en ambos casos). Otras ciudades tienen una contribución equitativa de las diferentes poblaciones analizadas como los aglomerados de Neuquén-Plottier o Comodoro Rivadavia- Rada Tilly. El GBA se diferencia por la proporción de extranjeros limítrofes, cuyo aporte casi duplica el valor nacional.

Por lo tanto, a pesar de hallar situaciones específicas, es posible establecer dos tipos de escenarios. Por un lado, la mayoría de las ciudades patagónicas que combinan alternadamente elevados niveles de población indígena, migrante interna o limítrofe, pero cuyo peso poblacional total es relativo a nivel nacional. Por ejemplo, las dos ciudades en las cuales el indicador sintético arroja valores más altos, Río Grande y Ushuaia, poseen apenas el 0,17% y el 0,14% de la población total del país. La ciudad más grande de la región, Neuquén-Plottier, concentra el 0,9% de los habitantes de la Argentina (ver cuadro 5). Por ello, la Patagonia es una región sumamente singular, que combina baja densidad poblacional, enormes extensiones y un sostenido flujo de migrantes y presencia indígena.

Por otro lado, se observa la preeminencia de una gran ciudad en el contexto nacional que aglomera el 34% de los habitantes totales y, además, posee elevados porcentajes de heterogeneidad poblacional según los indicadores desarrollados, principalmente de población limítrofe: el GBA. Estos datos establecen que la presencia de poblaciones que pueden aportar o incidir en los procesos de intercambio lingüístico no se encuentra en zonas rurales, sino más bien en el centro urbano, económico y político del país.

Aglomerado % extranjeros limítrofes/total de extranjeros limítrofes % migrantes internos/total de migrantes internos % indígenas/total de indígenas % población/población total
Gran Buenos Aires 64,79% 43,46% 27,76% 33,91%
Gran Córdoba 1,79% 3,29% 2,90% 3,88%
Gran Rosario 1,03% 3,41% 2,16% 3,37%
Gran Mendoza 2,76% 2,03% 2,65% 2,71%
Gran Tucumán - Tafí Viejo 0,23% 1,35% 0,95% 2,31%
Gran La PLata 2,86% 1,74% 1,76% 1,99%
Mar del Plata - Batán 0,83% 1,87% 1,61% 1,54%
Gran Salta 1,01% 1,08% 1,30% 1,45%
Gran San Juan 0,20% 0,61% 0,50% 1,32%
Gran Santa Fe 0,13% 0,75% 0,95% 1,31%
Santiago del Estero - La Banda 0,04% 0,49% 0,33% 1,02%
Gran Resistencia 0,20% 0,72% 0,75% 0,97%
Neuquén-Plottier 1,78% 1,66% 2,38% 0,90%
Corrientes 0,14% 0,64% 0,20% 0,89%
Gran Paraná 0,07% 0,50% 0,52% 0,85%
Posadas 0,78% 0,59% 0,22% 0,81%
Jujuy - Palpalá 0,80% 0,62% 1,52% 0,79%
Bahía Blanca - Cerri 0,77% 0,68% 1,04% 0,75%
Río Cuarto 0,08% 0,45% 0,35% 0,61%
Formosa 0,62% 0,30% 0,48% 0,58%
San Nicolás - Villa Constitución 0,11% 0,76% 0,32% 0,58%
San Luis - El Chorrillo 0,21% 0,87% 0,36% 0,51%
Gran Catamarca 0,04% 0,25% 0,23% 0,50%
Comodoro Rivadavia - Rada Tilly 1,09% 0,81% 0,82% 0,47%
La Rioja 0,09% 0,62% 0,22% 0,45%
Concordia 0,11% 0,23% 0,15% 0,42%
Rawson - Trelew 0,33% 0,48% 1,27% 0,33%
Santa Rosa - Toay 0,05% 0,41% 0,70% 0,29%
Río Gallegos 0,85% 0,63% 0,35% 0,28%
Viedma - Carmen de Patagones 0,19% 0,40% 0,72% 0,22%
Río Grande 0,45% 0,63% 0,20% 0,17%
Ushuaia 0,28% 0,52% 0,17% 0,14%

Cuadro 5. Poblaciones de indígenas, migrantes internos e inmigrantes limítrofes por aglomerado urbano como porcentaje del total de cada población.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

Aglomerado indicador limítrofes indicador migrantes internos indicador indígena indicador sintético
Río Grande 2,56 3,63 1,17 2,45
Ushuaia 1,96 3,67 1,19 2,27
Río Gallegos 3,01 2,25 1,24 2,17
Neuquén-Plottier 1,97 1,83 2,64 2,15
Rawson - Trelew 1,01 1,46 3,88 2,12
Viedma - Carmen de Patagones 0,86 1,81 3,30 1,99
Comodoro Rivadavia - Rada Tilly 2,35 1,75 1,77 1,95
Gran Buenos Aires 1,91 1,28 0,82 1,34
Santa Rosa - Toay 0,18 1,40 2,38 1,32
Jujuy - Palpalá 1,01 0,79 1,91 1,24
Bahía Blanca - Cerri 1,02 0,91 1,38 1,10
Gran La PLata 1,44 0,87 0,88 1,06
San Luis - El Chorrillo 0,40 1,72 0,70 0,94
Mar del Plata - Batán 0,54 1,21 1,04 0,93
Gran Mendoza 1,02 0,75 0,98 0,92
Formosa 1,06 0,51 0,81 0,80
Gran Salta 0,70 0,74 0,90 0,78
La Rioja 0,21 1,38 0,49 0,69
Gran Córdoba 0,46 0,85 0,75 0,69
San Nicolás - Villa Constitución 0,18 1,31 0,55 0,68
Posadas 0,96 0,73 0,28 0,65
Gran Rosario 0,31 1,01 0,64 0,65
Gran Resistencia 0,20 0,74 0,77 0,57
Río Cuarto 0,14 0,73 0,58 0,48
Gran Santa Fe 0,10 0,57 0,73 0,46
Gran Paraná 0,08 0,59 0,61 0,43
Concordia 0,27 0,55 0,36 0,39
Corrientes 0,16 0,72 0,23 0,37
Gran Tucumán - Tafí Viejo 0,10 0,58 0,41 0,36
Gran Catamarca 0,08 0,51 0,46 0,35
Gran San Juan 0,15 0,46 0,38 0,33
Santiago del Estero - La Banda 0,04 0,48 0,32 0,28

Cuadro 6. Indicador de diversidad de las poblaciones de indígenas, migrantes internos e inmigrantes limítrofes e indicador sintético por aglomerado urbano.
Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC (2010).

7.2. ¿Hacia un nuevo mapa?

El proceso de urbanización registrado durante las últimas décadas, así como el fenómeno de concentración en una treintena de áreas urbanas, muestra la transformación de la estructura territorial de la Argentina en la que fueron pensadas originalmente las regiones dialectales. Las ciudades que se destacan por su diversidad poblacional, fruto de las migraciones y los cambios demográficos, se constituyen entonces en escenarios social y culturalmente heterogéneos con una potencialidad de constituir nuevas áreas de intercambio y contacto lingüístico.

Es relevante mirar el espacio patagónico, cuya estructura demográfica se vio profundamente transformada durante los últimos años, en particular, considerando el tiempo transcurrido desde que Vidal de Battini realizó su división dialectal. En este sentido, resulta significativo el aporte de trabajos como el de Sinner (2016), que plantea la formación de una nueva koiné en Ushuaia a partir del aporte migratorio. Pero además de la novedad demográfica y social que constituye la región patagónica en sí misma, también lo es la importancia de sus núcleos urbanos que crecieron y crecen a partir de migrantes internos, inmigrantes y personas indígenas, entre muchas otras. En estas ciudades se producen los contactos y los intercambios sociales cuyos impactos en términos lingüísticos aún falta analizar.

Asimismo, los datos muestran que las áreas metropolitanas más grandes son las que atraen a las poblaciones migrantes e indígenas en porcentajes significativos, pero decididamente en enormes cantidades, como es el caso del Gran Buenos Aires. Allí el aporte migratorio genera un movimiento incesante de nuevos habitantes y contactos.

La centralidad de las áreas urbanas y de los aglomerados más grandes también puede implicar la necesidad de pensar en forma diferente las delimitaciones espaciales de las áreas lingüísticas. Mientras que el enfoque tradicional asume la centralidad de lo regional como modo de pensar las zonas de contacto, en un país en el cual lo rural tenía mucho más peso que en el presente, en este nuevo contexto se genera la necesidad de nuevas herramientas de diagnóstico y epistemológicas. Si bien lo urbano tampoco puede ser exhaustivo de la realidad social, existen fenómenos que parecieran aislarse del espacio (rural) circundante a las grandes ciudades. ¿Sigue siendo la región explicativa de las transformaciones y relaciones lingüísticas, cuando, por ejemplo, la mayor parte de los inmigrantes de países limítrofes no se afincan en las zonas fronterizas a sus respectivos países, sino que rápidamente se dirigen a los grandes aglomerados del país, ni siquiera a los de esa región? ¿Cómo pensar las regiones cuando la mayor parte de la población indígena es urbana y casi la mitad se encuentra en grandes aglomerados, por no decir que un tercio se ubica solamente en uno? ¿O que el 65% de la población inmigrante limítrofe se ubica en el mismo aglomerado, el Gran Buenos Aires?

Creemos que si bien resulta insoslayable el análisis regional en el cual se construyeron las divisiones dialectales, las transformaciones demográficas que conlleva el actual proceso de urbanización al menos tensionan esa mirada e implican importantes desafíos. El análisis general de ciertos aspectos de la distribución de la población, así como la posibilidad de aplicar estas herramientas en la construcción de nuevos estudios enfocados a específicas zonas urbanas, busca ser un aporte a las investigaciones en curso y futuras sobre cómo las dinámicas poblacionales pueden impactar en los niveles y modos en que se dan los contactos lingüísticos que, a su vez, tienen consecuencias para la determinación de variedades regionales del español de la Argentina. Conocer estos aspectos demográficos en el proceso de urbanización puede enriquecer los abordajes que con otras herramientas cualitativas y cuantitativas se emprendan para intentar conocer la realidad dialectológica del país.

Notas

1 El equipo desarrolla investigaciones sobre formación, actualización y perfeccionamiento en la enseñanza de lenguas segundas; diseño de propuestas curriculares para lenguas primeras y segundas; educación intercultural bilingüe; entre otros temas.

2 Ver por ejemplo: Acuña (2012 y 2013), Acuña y Menegotto (1997), Acuña et al. (2021), Chang (2013), Lapalma y Mattiauda (2006) y Vecchione (2021).

3 En primer término se llevarán adelante investigaciones en Resistencia y Gran Resistencia, Presidencia Roque Sáenz Peña, Castelli y Sauzalito en Chaco, El Potrillo en Formosa, Uspallata en Mendoza, alrededores de Bariloche en Río Negro y Florencio Varela en el conurbano bonaerense. La metodología a implementar incluye, por un lado, un análisis poblacional y educativo basado en diversas fuentes estadísticas nacionales y provinciales. Por otro lado, incluye también la realización de entrevistas y relevamientos escolares, basados en técnicas etnográficas y de análisis del discurso. Se emplearán herramientas diseñadas específicamente para análisis de rasgos lingüísticos, entre ellos, las formas de tratamiento.

4 Sin pretensión de ser exhaustivos, pueden mencionarse reflexiones al respecto en Codó et al. (2012), Messineo y Hecht (2015), Grimson y Karasik (2017), Hecht (2019), Speranza (2019) y Acuña et. al. (2021).

5 Si bien los datos censales en los que basamos este trabajo no contienen información sobre la lengua, existen otros dispositivos estadísticos que pueden brindar una aproximación acerca de la relación entre las poblaciones analizadas y su patrimonio lingüístico. Por un lado, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 realizada como relevamiento ad hoc al Censo 2001, arrojó que el 27% de la población indígena mayor a 5 años puede entender alguna lengua indígena y una proporción importante, el 20%, la entiende y, además, puede hablarla. Hecht explica que las lenguas indígenas que se mantienen vigentes están distribuidas en seis familias lingüísticas y una lengua aislada. Dentro de la familia tupi guaraní se encuentran el tapiete, el chiriguano-chané/ava-guaraní, el mbyá y el guaraní correntino. De la familia quechua, se hablan el dialecto norteño (en zonas de Jujuy y Salta), el quichua santiagueño y variedades habladas por migrantes bolivianos y peruanos. De la familia mataco-mataguaya, se hablan el wichí, el chorote y el chulupí/nivaklé o ashuslay. Dentro de la familia guaycurú se encuentran el toba/qom, mocoví y pilagá. El vilela forma parte de la familia lule-vilela, y el tehuelche/aonek’o pertenece a la familia chon. Por último, también está vigente la lengua mapudungun (Hecht, 2019, p. 139). Para esta cuestión ver especialmente Censabella (2009), UNICEF, y FUNPROEIB Andes (2009) y Acuña (2015). El reciente censo realizado en 2022 aportará nuevos datos con respecto a estas lenguas, puesto que incorporó, para quienes se reconocen indígenas o descendientes de pueblos indígenas, la pregunta “¿Habla y/o entiende la lengua de ese pueblo indígena u originario?”. Por otra parte, en el año 2020 se realizó la primera Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) cuyos resultados fueron publicados en el Anuario Estadístico Migratorio de Argentina 2020 (Debandi et al., 2021). El Anuario ofrece datos actualizados sobre la evolución de la dinámica inmigratoria y, en comparación con los datos censales, brinda más información sobre la población migrante, incluyendo datos relativos a las lenguas. Con respecto a los datos sobre la lengua de los inmigrantes se destacan el español relacionado con los flujos limítrofes, el guaraní correlacionado con el aporte de población paraguaya, el italiano que aún perdura de las oleadas europeas y el quechua de origen peruano y boliviano. Otras lenguas relevadas por la encuesta, con menor peso, son el portugués, aymara, wolof, creole haitiano, francés, chino, inglés, árabe y coreano.

6 Vale destacar los trabajos realizados por Martínez y Speranza respecto de las variedades del español en contacto con lenguas americanas en el AMBA, desde una perspectiva sociolingüística y etnopragmática: ver Martínez et al. (2006), Speranza (2021) y Speranza (2019).

7 Ver nota 20.

8 La investigación de Vidal de Battini surge de una solicitud que el Consejo de Educación había realizado al Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y resulta en la primera y más completa descripción dialectológica del país destinada a la enseñanza escolar de la lengua (Acuña, 2013). En sus resultados, describe cinco regiones lingüísticas a partir de rasgos fonológicos, morfológicos y sintácticos. La metodología empleada por Vidal de Battini incluyó la realización de entrevistas y relevamiento de cuentos y leyendas populares, así como la aplicación de cuestionarios lingüísticos de los que obtuvo más de 14.000 respuestas (Acuña, 2015).

9 Sobre esta cuestión en particular, Acuña (2013) sostiene que estas regiones están caracterizadas por las situaciones de contacto lingüístico y que no poseerían variedades estándares reconocidas, aceptadas y valoradas como identitarias, lo cual tendría consecuencias en los resultados educativos, en los que, en términos de representaciones, muchos de los rasgos propios de la variedad de la zona son tratados como errores.

10 A medida que estén disponibles, se incorporarán al análisis los resultados del nuevo censo de 2022. Este arrojará respecto de la población indígena y las migraciones internas datos más precisos que el realizado en 2010 puesto que en este nuevo relevamiento las preguntas sobre autorreconocimiento indígena y sobre la provincia de nacimiento se realizaron en el cuestionario general (y no en el formulario ampliado, como explicamos más adelante en el texto), es decir, que se aplicó a toda la población, por lo cual estarán disponibles a nivel de radio censal.

11 Se utilizó la variable “lugar de nacimiento”, incluyendo a las personas nacidas en otra provincia distinta a aquella en la que residen actualmente. Fueron excluidos los migrantes porteños que se radicaron en el conurbano bonaerense. Si bien cambiaron de jurisdicción, de la ciudad a la provincia, considerando que el Gran Buenos Aires (GBA) se conforma con la ciudad de Buenos Aires más los partidos o municipios la circundan (ver nota 14), estas personas continúan viviendo en el mismo aglomerado. Es por ello que, a los fines de este trabajo, fueron excluidos del conteo.

12 Se consideró la variable en forma directa según los datos del censo.

13 Se consideraron los cinco países limítrofes (+ Perú) que aportan mayor cantidad de migrantes a la Argentina: Paraguay, Bolivia, Chile, Perú y Uruguay. En forma conjunta alcanzan unas 1.361.219 personas, lo que significa un 76% del total de las personas nacidas en el extranjero que residen en la Argentina. La consideración de los inmigrantes de Perú conjuntamente con los de los países limítrofes es una fórmula utilizada tanto en documentos públicos como por autores expertos en la materia (Cerrutti y Maguid, 2006; Cerrutti, 2009).

14 El Gran Buenos Aires comprende a la Ciudad de Buenos Aires más los 24 partidos de la provincia de Buenos Aires que la rodean: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, San Miguel, Tigre, Tres de Febrero y Vicente López.

15 Entre 1945 y 1959 ingresaron por el puerto de Buenos Aires 900.000 inmigrantes, la mayoría proveniente de Italia (Barbero y Cacopardo, 1991). Para mayor información sobre la inmigración italiana en la posguerra se recomienda el trabajo de Lucarini (2016).

16 Como producto de esta invisibilización puede tomarse el hecho que destaca Acuña (2012) respecto de la ausencia de registro para la Ciudad de Buenos Aires (al menos hasta el año 2000) de la existencia de alumnos indígenas matriculados en la escuela primaria en la información brindada por la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la calidad Educativa (DiNIECE, Ministerio de Educación). González (2019) señala que dos de cada tres niños, niñas y adolescentes indígenas escolarizados no aparecen reconocidos como tales en los registros oficiales. El informe resulta de analizar comparativamente los datos consignados en el Relevamiento Educativo 2016 realizado por el Ministerio de Educación y los que surgen del Censo 2010, resultando en una subrepresentación de la población indígena escolar en el primero de estos relevamientos. La necesidad de que las políticas públicas contemplen la presencia indígena en escuelas urbanas es un llamado recurrente entre quienes trabajan temáticas vinculadas con la Educación Intercultural Bilingüe en Argentina (véanse por ejemplo Acuña, 2012; García Palacios et al., 2015; Hecht, 2015).

17 Con fines estadísticos la EPH incluye a Río Grande y Ushuaia como un mismo aglomerado, pero en el análisis que se desarrolla en este trabajo se consideran como dos ciudades separadas.

18 Sobre la distribución de la población indígena en las distintas regiones del país, Weiss et al. señalan que los datos muestran que “existe una preponderancia sensiblemente mayor de lo que se supone de presencia indígena en ámbitos urbanos y en la región Centro y, como contrapartida, menor en las regiones incorporadas más tardíamente a través de campañas militares, —los “Desiertos” [Patagonia y Chaco]— al Estado-Nación” (2013, p. 7). No obstante, sostienen que “dadas las particularidades en la conformación de dichas sociedades regionales, es mayor la visibilidad pública de los pueblos indígenas y su importancia como parte de la identidad constitutiva local, lo que reproduce la idea de que es en estas zonas —casi exclusivamente— donde se asienta la población indígena del país” (2013, p. 7). }

19 El trabajo de Sinner (2016) respecto del español en Ushuaia resulta especialmente interesante y toma como un elemento central las dinámicas migratorias que se han dado en Tierra del Fuego. Caracteriza al español de Ushuaia como una variedad periférica que no ha sido tenida en cuenta en la descripción dialectal del español de la Argentina. Retomando aportes de la lingüística de contacto, de la migración y de la sociolingüística, construye la hipótesis de la conformación de una koiné específica que merece un estudio pormenorizado.

20 Una variable se denomina proxy cuando no es relevante en sí misma dentro de un modelo, pero reemplaza a otra variable que no se observa o no se puede medir. Para que una variable sea un proxy válido, debe estar estrechamente relacionada con la variable que reemplaza.

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