RASAL

LINGÜÍSTICA

Recibido: 01.07.2018 | Aceptado: 07.11.2018

DOI: https://doi.org/10.56683/rs180121

ARK: ark:/s26183455/rknngf833

El catálogo razonado de bartolomé mitre y la lingüística indígena americana a fines del siglo XIX en argentinal

Sofía De Mauro
Centro de Investigaciones "María Saleme de Burnichon"
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Resumen

Entre 1875 y 1900, Bartolomé Mitre prepara las fichas de lectura de su Biblioteca Americana con el objetivo de publicar un catálogo metódico del material que fue recolectando a lo largo de su vida sobre historia, etnografía y lingüística americana. Este trabajo póstumo es editado por el Museo Mitre como Catálogo razonado de lenguas americanas (1909-1911).

Consideramos al corpus de manuscritos sobre el que se basa este catálogo como un locus privilegiado donde observar los procesos de elaboración, circulación y recepción de una serie de ideas lingüísticas de Mitre y, por extensión, de su entorno. En este sentido, proponemos algunas lecturas en el cruce de dos tipos de materiales: el édito e inédito. Este trabajo introductorio, que forma parte de un proyecto de investigación mayor en curso, presenta algunos ejemplos que, a nuestro modo de ver, podrían aportar a la construcción de un mapa de las lecturas teóricas que se realizaban al sur del continente en el período de entresiglos (XIX-XX), como una etapa de la lingüística americana.

palabras clave: archivo; lenguas indígenas; Bartolomé Mitre; catálogo razonado; lingüística indígena americana.

Abstract

Between 1875 and 1900, Bartolomé Mitre worked on the index cards of his American library with the goal of publishing a methodical catalogue of all the relevant material that had been collected concerning history, ethnography and American linguistics. This work, unpublished during his lifetime, was finally edited by the Mitre Museum as Catálogo razonado de lenguas americanas (1909-1911).

We consider the corpus of manuscripts on which the catalogue is based as a privileged locus where can be observed the processes of development, circulation and reception of some linguistic ideas of Mitre and, by extension, of his environment. In this way, we propose some readings that work with both published and unpublished material. This introductory work is part of a research project in progress, which intends to build a map of the theoretical studies made in Argentina between the late nineteenth century and early twentieth century, as a stage of American linguistics.

keywords: archive; indigenous languages; Bartolomé Mitre; catalogue raisonné; American Indian linguistics.

1. El Catálogo razonado de la sección lenguas americanas

El Catálogo razonado de lenguas americanas es una obra póstuma publicada por el Museo Mitre. Esta institución se crea poco tiempo después del fallecimiento de Bartolomé Mitre (1821-1906),1 quien poseyó una de las bibliotecas y archivo de manuscritos más notables de América del Sur.2 La importancia de este repositorio reside en la gran cantidad de documentos referidos a la historia del país y de América en general; se encuentran allí incunables, manuscritos y una copiosa bibliografía sobre asuntos americanos. En los últimos años de vida, Mitre emprendió la sistematización de las notas sobre las obras que componen su Biblioteca Americana —hasta el día de hoy, reconocida como una de las colecciones más importantes de su pertenencia —, que constaba de veintitrés secciones, con especial énfasis en la Sección X de “Lenguas Americanas”3.

Estas notas, escritas y organizadas durante al menos veinte años, resultan en el Catálogo (de aquí en adelante CR) que se edita en tres tomos y se publica uno por año, de 1909 a 1911. Como analizaremos más adelante, está dividido en siete títulos, precedidos por una “Introducción” que escribe Luis María Torres (1877-1937), en ese momento jefe del archivo del Museo. Cada tomo consta de aproximadamente trescientas páginas y esta es la única vez en la que se publica el CR en este formato (hay solo una segunda versión de la obra, pero ya incorporada dentro de las Obras completas, 1968-1970, en dos tomos).

En comparación con la atención crítica concitada hacia sus obras históricas más conocidas y la caudalosa bibliografía referida a su trayectoria político-militar, el CR puede ser considerado como una “fuente marginal”, ya que no forma parte de los documentos prototípicos en los que se apoya la empresa interpretativa historiográfica (Zamorano Aguilar 2009). A excepción de algunas reseñas aisladas, por lo general superficialmente descriptivas (Rivet 1957; David 2013) o de marcado tono hagiográfico (Lafone Quevedo 1906; De Gandía 1939; Fariní 2008[1943]; Márquez Miranda 1956a, 1956b), y de trabajos sobre alguna lengua indígena en particular que lo utilizan como insumo de referencia, el CR no ha sido hasta ahora estudiado en sí mismo, como obra integral. En efecto, no tenemos conocimiento de investigaciones que lo hayan considerado in toto como fuente documental para la historia de la lingüística. En ese sentido, entendemos que nuestro trabajo podría enmarcarse en lo que Swiggers (2009) señala como la subárea “epihistoriográfica” en su taxonomía de los estudios de historiografía lingüística, donde el CR serviría de base documental para un trabajo interpretativo articulado a partir de micro-relatos o subrelatos sobre un momento de la historia de las ciencias de lenguaje.

En este sentido, nuestra propuesta de lectura se enfocará en el material tanto édito como inédito: el CR, que se publica luego de su fallecimiento, y el corpus de archivo que le da origen. Nos concentraremos en algunos ejemplos en particular para poder ilustrar, someramente, el archive de la recherche (Lauvernier 2015) de Mitre; esta tecnología de papel que, en distintos soportes, como la simple anotación en trozos de hojas, en cuadernillos, en recortes de artículos de la prensa periódica con enmiendas, etc., nos permite recuperar algunos de sus métodos de trabajo. Según Lauvernier, se trata de un objeto de estudio que ha comenzado a ser considerado desde el cruce de varias disciplinas como la archivística, la historia, el derecho, la antropología y la etnología, en particular. Para Farro (2018), que investiga los archivos de estudiosos del siglo XIX (como Lafone Quevedo), el archivo personal es entendido como el “laboratorio” de trabajo de Mitre, esto es, el “taller” del objeto de conocimiento, en este caso de las lenguas y la lingüística indígena americana. Intentaremos exponer, en relación con lo anterior, una fase de la lingüística indígena americana que se caracteriza por el trabajo colaborativo impulsado o posibilitado por las redes de correspondencia (Ogilvie 2016). Es a partir de ese intercambio y en la consideración del medio (Waquet 2015) que se genera alrededor de su biblioteca que nos interesa pensar en su archivo personal como un locus privilegiado para revisar las prácticas y posibles teorizaciones acerca de las lenguas americanas y, por extensión, de las comunidades que las hablan.

2. Sobre el archivo

Las papeletas que conforman lo que luego será el CR se encuentran alojadas en tres cajas separadas en la Biblioteca del Museo Mitre. Para esta investigación nos hemos encargado de fotografiar y ordenar todo el material disponible en estas cajas de archivo.4 Nótese que, en una posterior revisión comparativa entre la obra édita y estos manuscritos (en general acomodados siguiendo el orden del libro), hemos podido verificar que hay algunas secciones de la obra publicada que faltan en el archivo de manuscritos, como también hay notas o fichas que no han sido publicadas, sobre las cuales nos hemos detenido a trabajar en otra oportunidad (Farro y De Mauro 2017).

En cuanto al proceso de producción o montaje de este archivo, cabe destacar que cada una de las obras que Mitre recibía por compra, canje o donación para la “Biblioteca Americana Histórica, Etnológica y Geográfica” era reseñada en su doble vertiente, externa e interna. Esto es, luego de la anotación del título (que suele seguir un patrón: apellido y nombre entre paréntesis del autor, título, lugar, año), le sigue una suerte de descripción material del formato (cantidad de páginas, tomos, folios, figuras, etc.); esta parte de anotación externa o de “bibliografía material” (Soll 2016) aparecerá siempre. Luego, en gran cantidad de estas fichas está la crítica interna o “histórica”, como se denomina posteriormente en la “Introducción” del CR.

En las cajas de archivo hay distintos formatos de estas fichas; aunque encontramos, por lo general, las fichas de cartón estandarizadas que llevan impresas la leyenda “BIBLIOTECA AMERICANA...”:

Imagen 1. Ejemplo de ficha impresa escrita por Mitre
Fuente: Fotografía propia tomada en el Museo Mitre (junio 2015).

En el caso de la Imagen 1, vemos solo la descripción material, pero, a la izquierda en azul, observamos “Copiado y ampliado”. De hecho, esta entrada, que no es en la sección “Generalidades” ordenada sino en la primera “Bibliografía Americana” (puede verse arriba a la derecha que dice “Generalidades?” y el número 14 en rojo, que sí corresponde a la entrada publicada), es desarrollada extensamente en el CR. Se trata de uno de los materiales más importantes para nuestro trabajo ya que, a partir de la crítica que Mitre le realiza a Daniel Brinton (1837-1899), ya puede leerse, desde un comienzo, su posicionamiento acerca del estudio de las lenguas americanas por parte de otros estudiosos y, en consecuencia, sobre las comunidades americanas.

Por otro lado, si contrastamos la obra final con el material de archivo, el sustrato que da origen a la obra trasciende la mera dimensión bibliográfica y, más aún, al mismo catálogo en formato razonado, esto es, entendido como una compilación de comentarios de cada una de las obras que componen su biblioteca. En efecto, esas fichas de cartón impresas están acompañadas generalmente de un corpus de material inédito y poco conocido, formado por manuscritos autógrafos —de Mitre, de misioneros, viajeros o de otros estudiosos —, documentos históricos, gramáticas, vocabularios y correspondencia relacionada con cada obra o con cada grupo de lenguas que contiene información adicional. Esto es así porque, como venimos diciendo, a partir del rastreo de su archivo personal (material inédito) que nos da ciertas pautas de lectura acerca de sus métodos de trabajo, podemos repensar también las observaciones —a veces más superficiales, otras vez más completas y complejas — sobre algunas obras que reseña.

3. Descripción del CR

El “catálogo metódico” se materializa en 1909, a cargo de Torres, como una de las primeras publicaciones del Museo. Se lo denomina, finalmente, Catálogo razonado de la sección lenguas americanas5 y está compuesto por más de seiscientas fichas de archivo. La decisión de catalogar su biblioteca aparece explícita en una carta que Mitre le enviara al chileno Diego Barros Arana el 20 de octubre de 1875, con un plan de trabajo bastante diferente en relación al que puede leerse en sus notas posteriores. Es a partir de 1890 cuando comienza con este proceso que abarca específicamente la Sección X de Lenguas Americanas.6

Imagen 2. Manuscrito de la carta enviada a Barros Arana. Es una de las cartas más extensas que puede hallarse en su archivo. En estas últimas páginas, Mitre le comenta que su “plan es metódico” (puede verse “de clasificación” tachado) y “la materia general es la historia, la geografía y la etnografía. Las diversas secciones que lo forman se suceden y encadenan en el orden de los estudios de un americanista, ya geográfico, ya científicamente.”7
Fuente: Fotografía propia tomada en el Museo Mitre (julio de 2017)

El CR contiene un total de 650 entradas, divididas de la siguiente forma: Bibliografía Lingüística (55 entradas), Generalidades sobre lingüística americana (42), Políglotas generales y parciales (44), De las lenguas americanas en particular (464), Correlativas en general y en particular (32), Americanismos (13). Además de estos apartados, está también la “Introducción” que escribe el ya mencionado editor de la obra, Luis M. Torres, y el título VIIº que corresponde a las “Tablas analíticas por orden alfabético de los autores y lenguas que comprende el catálogo”, que se supone sería una suerte de índice con las “respectivas concordancias” (1909: XIV) (entre autores y lenguas), que no llega a completarse y se publica simplemente como índice alfabético de autores y lenguas.

Imagen 3. “Plan del Catálogo”. A la izquierda, podemos observar comentarios acerca del diseño y edición del libro: “Blanco”, “Tirada de 120 ejemplares”. A la derecha, escribe lo mismo que luego se replica en la publicación bajo ese título.
Fuente: fotografía propia tomada en el Museo Mitre (junio 2015)

El título IVº es el más importante, como se nos anuncia en reiteradas oportunidades en la “Introducción”, ya que se dedica al comentario de las obras sobre lenguas americanas. Según podemos observar en relación a la disposición de las lenguas o grupos de lenguas y la cantidad de entradas que contiene cada una de las subsecciones del Título IV°, en el CR hay 257 entradas para las lenguas indígenas de América del Sur (de las cuales más de 150 son lenguas habladas en el actual territorio argentino), 104 para América Central y 101 para América del Norte, lo que da un total de 462 entradas sobre obras referidas a estas lenguas o grupos de lenguas. Por su parte, la subsección XX trata sobre las “lenguas ficticias” (5 entradas), y abarca únicamente la bibliografía referida a la polémica en torno a la lengua taensa.8 Esta diferencia en cuanto a las lenguas de Sudamérica no es casual. Por el contrario, tiene que ver con ciertas discusiones en la época. Esto puede verse en gran parte del intercambio epistolar (ca. 1892-1898) entre Mitre y Samuel Lafone Quevedo (1835-1920). Allí, marcan la necesidad de investigar temas locales para comenzar a posicionar la ciencia argentina a la altura de los desarrollos europeos y norteamericanos: “Ya verá Ud. si los Alemanes etc. tienen que aprender algo de América”,9 le dice Lafone Quevedo a Mitre refiriéndose a las investigaciones que venían realizando sobre lenguas indígenas de la América meridional.

Imagen 4. Borrador encontrado en una carpeta del archivo denominada “Apuntes lingüísticos”. Claramente, se trata de un esbozo del armado del CR, con un mapa en el que Mitre va colocando la cantidad de material que posee sobre las distintas lenguas o familias de lenguas.
Fuente: fotografía propia tomada en el Museo Mitre (mayo 2017)

Según las anotaciones autógrafas de Mitre que encontramos en las fichas, un primer ordenamiento se da con el agrupamiento en secciones que terminan siendo estos siete “Títulos” que componen la obra. También hemos hallado, en estas cajas donde están alojados los borradores, una carpeta con fichas “no publicadas” o para “no publicar”. En general, se trata de los borradores sobre el tehuelche y las lenguas fueguinas. Además, hemos podido identificar que las fichas de estas subsecciones, correspondientes al Título IV del tomo I, faltaban en las cajas del Museo Mitre: II tehuelche, III araucano y IV allentiac; aunque, luego, pudimos ubicarlas entre sus borradores dispersos en el Archivo.10

Imagen 5. “Borradores sobre las lenguas de T del Fuego para no publicar”
Fuente: fotografía propia tomada en el Museo Mitre (mayo 2017)

4. Bartolomé Mitre y la lingüística indígena americana

Mitre publica siete trabajos sobre arqueología y lingüística americana, algunos de los cuales tuvieron una importante repercusión y generaron interesantes debates dentro del ambiente de la americanística.11 En 1881, sale a la luz “Ollantay. Estudio sobre el drama quechua” en la Nueva Revista de Buenos Aires. Este es uno de los primeros trabajos de lingüística aborigen que lo involucra en una polémica sobre el tema y lo lleva a enfrentarse a las opiniones de Clements R. Markham (1830-1916) y su coterráneo Vicente Fidel López (1815-1903). Por su parte, Lenguas americanas. El Mixe y el Zoque (1895) lo introduce en otra discusión (aunque no de tan público conocimiento) con el ya mencionado investigador norteamericano, cuyas obras Mitre parece haber estudiado con detenimiento, Daniel G. Brinton. De hecho, las entradas de este autor en el CR son alrededor de treinta, número más que considerable en comparación con otros autores.

Ya en la década de 1890 podemos apreciar una producción más abocada a lo lingüístico. En esta etapa se involucra en asuntos específicos sobre el tema, y observamos allí una línea argumentativa que va cimentando Mitre donde se reflejan ciertas representaciones sobre lo indígena. Este posicionamiento podemos seguirlo desde su temprano Las Ruinas de Tiahuanaco. Recuerdos de un viaje (1879) hasta los posteriores trabajos sobre el araucano y el allentiak, basados en los manuscritos del padre Valdivia, y el artículo sobre el mije y el zoque. En estos últimos años, también se destaca su estrecha relación con Lafone Quevedo, que nombramos más arriba, “amigo y compañero de fatigas filológicas”, quien se dedicó al estudio de las lenguas del noroeste argentino, a los grupos del Chaco y sus relaciones filogenéticas con otras lenguas de América del Sur (Farro 2013, 2014, 2018).

Según Torres relata en la “Introducción” (1909), Mitre habría realizado una empresa de la envergadura de las de Hervás y Panduro y Adelung y Vater, exponentes de principios de siglo XIX. Sin embargo, para el editor, se trata de trabajos que carecen de la “rigurosidad científica” que caracteriza al período contemporáneo y al trabajo de Mitre en particular. Pero “la renovación de los puntos de vista aportados por Leibniz le han devuelto su valor” y ahora “tendrían que circunscribirse al examen de la estructura interna de los idiomas y dialectos”, dice Torres (p.XIII).

Tanto el Catálogo de Hervás como el Mithridates de Adelung y Vater son, para Mitre, un “monumento a la lingüística americana” (p.132, t.1), un modelo directo para su obra; pero reconoce, como venimos diciendo, los avances que hubo con el correr del 1800 en la “ciencia filológica” (ídem). En este sentido, como dejan ver sus papeles de trabajo y su correspondencia, uno de los exponentes de estos avances y a quien señala como el más influyente para el siglo XIX es P. E. Du Ponceau (1760-1844).

La gran tesis de Du Ponceau es que hay un solo carácter tipológico para todas las lenguas americanas, que son polisintéticas, teoría en la que Mitre asentará sus afirmaciones. Específicamente, estas son las proposiciones que presenta Du Ponceau en el Report de 1819:

  1. That the American languages in general are rich in words and in grammatical forms, and that in their complicated construction, the greatest order, method and regularity prevail.
  2. That these complicated forms, which I call polysynthetic, appear to exist in all those languages, from Greenland to Cape Horn.
  3. That these forms appear to differ essentially from those of the ancient and mo-dern languages of the old hemisphere. (p.11) 12

Para Swiggers (1998), este informe marca un antes y un después en la historia de los estudios americanistas porque, por un lado, se trató de una verdadera reflexión filosófica sobre el carácter de las lenguas indígenas americanas (y no de un estudio sobre el origen de los indígenas americanos), en el contexto de una lingüística general. Por otra parte, su método fue definido como una combinación de recolección de datos y análisis filológico sobre descripciones ya existentes de lenguas nativas (norteamericanas, principalmente). Además, formula aquí conclusiones generales acerca de la estructura de estas lenguas sobre la base del conocimiento que él ya poseía de algunas de ellas. Finalmente, siguiendo el planteo de Swiggers, y este es el punto que nos interesa destacar en este momento, Du Ponceau rechazó en este trabajo ciertos preconceptos de sus antecesores que consideraban estas lenguas como “bárbaras” y, por el contrario, puso énfasis en destacar el “espíritu filosófico” de su estructura gramatical. Como veremos más adelante, Mitre sostiene todo lo contrario.

Este Report es luego ampliado en su Mémoire, publicada en 1838 en París: “Después de los trabajos de Hervás y Adelung-Vater, y de los hermanos Humboldt al comienzo del siglo XIX, este es el libro que más ha influído en la dirección dada á los estudios de la lingüística americana” (1909:113), dice Mitre en la reseña de este trabajo. Reconoce, además, que fue

... el primero que [...] sistematizó la ley primordial de las lenguas americanas y determinó el carácter general y particular de su fonología y etimología, y especialmente, su ideología y morfología, y las redujo á un tipo común, fijando su denominación con una palabra que sintetiza su sistema. Desde él, se cuenta la era del polisintetismo, como símbolo de unidad y de originalidad de esas lenguas [...]. Esta teoría, que ha dado la explicación del organismo de los idiomas y dialectos americanos ha formado una escuela lingüística… (ídem)13

Mitre adopta esta teoría y, como dejan ver sus papeles de trabajo, se encargará de refutar o comentar cualquier escrito que ponga en duda el carácter polisintético de todas las lenguas americanas (por ejemplo, casi todas las reseñas a los trabajos de Lucien Adam o el trabajo de Nájera sobre la lengua othomi). Esto puede deducirse del CR si se lee con atención la obra completa, lo que habitualmente no se realiza por su aparente formato de obra bibliográfica. Así, las lenguas americanas componen un grupo, una familia con su propia forma, de la cual ninguna escapa.

Imagen 6. Ficha de la Biblioteca con la entrada de la Mémoire de Du Ponceau
Fuente: Foto propia tomada en el Museo Mitre (julio 2015)

Imagen 7. A diferencia de la ficha anterior, en la misma carpeta hallamos estas notas, escritas en papel común, que tienen una extensión superior y son, finalmente, las que se replican en el CR.
Fuente: fotografía propia tomada en el Museo Mitre (julio 2015).

A la vez, su archivo de investigación muestra cómo Mitre adapta y acuña conceptos para estudiar las lenguas americanas. Se trata, en particular, del término “ideología lingüística” (“filológica” o “idiomática”, utilizados por Mitre de manera intercambiable), definido de la siguiente manera en una carta enviada a Lafone Quevedo el 3 de agosto de 1894:

Yo estudio el Allentiac bajo otro aspecto que Ud., aunque analiza su sistema gramatical y su lexicografía, pero me contraigo especialmente a la ideología filológica, es decir, a investigar como pensaban en su lengua los que la hablaban para deducir de esto, su estructura orgánica, su nivel intelectual y comprobar hasta que grado el documento escrito concuerda con esta contraprueba. (El destacado es nuestro)14

Este intercambio epistolar con Lafone Quevedo ha sido de cabal importancia para nuestra investigación. Con este material hemos podido identificar una “red de correspondencia” (Ogilvie 2016) en la que Mitre ocupaba el lugar de “nodo significativo”, como gran intermediario cultural. Se trata de una tecnología de comunicación que no solo ha servido para la difusión de algunas ideas sino también, sostenemos, para la creación de conocimiento científico y el establecimiento de relaciones entre el círculo de estudiosos y sus posibilidades. Esto es así porque si analizamos este conjunto de cartas en particular (ca. 1892-1898), podemos hacer una suerte de genealogía del concepto “ideología lingüística”, que, según nuestros rastreos, aparece explícitamente por primera vez en Mitre en estas misivas y luego desarrolla, aunque también de manera escueta, en el “Allentiac”, que publica ese mismo año:

Ideología ideomática.- Lo que más interesa en una lengua, para darse cuenta de su estructura gramatical y del valor de su vocabulario, es encontrar por inducción, los fenómenos intelectuales y morales que pasan en la mente ó en el alma de los que la hablaban, á fin de conocer cómo pensaban en ella, ó sea cómo por medio del mecanismo de sus palabras simples ó compuestas, expresaban sus pensamientos y sentimientos y su asociación de ideas.
¿Cómo pensaban los Huarpes en su lengua? Estudiando la composición de algunas de sus frases, y descomponiendo sus vocablos, se sorprende el modo cómo las formaban y la operación mental que ellos traducían. (1984: 73-74)

La indagación en esta “operación mental”, relacionada con los fenómenos intelectuales y morales, lo habilita a Mitre a construir ciertas representaciones sobre los indígenas americanos: sobre la base de la estructura de sus lenguas —para él todas ellas básicas, sin capacidad de abstracción, sin escritura y, por ende, sin cultura — plantea la existencia de una raza primitiva, bárbara. Por el contrario, Du Ponceau insistía en que se trataba de lenguas originales, dignas de ser conocidas y estudiadas.

Brinton, por su parte, en The American Race (1891) habla de una raza autóctona y única para todo el continente americano, cuya identidad y unidad psíquica puede apreciarse en sus lenguajes. Estos, más allá de que difieran en su léxico o su morfología, tienen una forma común. Este rasgo generalizable a todas las lenguas americanas es la “incorporación”. Mitre descalifica su obra Aboriginal American authors and their productions; especially those in the native languages. A chapter in the history of literature (1883) (ver Imagen 1), aduciendo que se trata de una producción propia de la “ciencia americómana” de carácter impresionista, diferenciándola de la verdadera ciencia americanista, basada en la correcta interpretación de los documentos: “Lenguas elementales, por no decir rudimentales, sin escritura fonética y sin potencia para elevarse hasta la abstracción, mal podían tener lo que propiamente se llama una literatura culta, y menos aún transmitida de generación en generación por otro medio que el de la tradición oral.” (1909:25). Esta obra de Brinton es un ensayo bibliográfico, como él lo denomina, en el que trata sobre las “reliquias de la Literatura Aborigen Americana”. Allí, además de comentar diferentes producciones conocidas hasta el momento, desarrolla varios capítulos en los que habla de “la facultad literaria en la mente de los nativos” (así se denomina el capítulo 1), la narrativa, la poética, el drama, etc. De esta manera, Brinton establece la existencia de un importante caudal literario nativo y las pruebas para su confirmación. Para Mitre, como venimos diciendo, los pueblos indígenas no pueden haber realizado ningún tipo de producción cultural, además de ser ágrafos, hecho que imposibilita aún más esta situación (De Mauro 2017b).

Estos posicionamientos pueden ser enmarcados en lo que desarrolla Campbell (1997) sobre la historia de la lingüística indígena (norte)americana. Según el autor, a lo largo del siglo XIX hubo dos temas recurrentes. El primero tiene que ver con cuestiones metodológicas y el lugar que le ha sido otorgado a la gramática, el vocabulario o a las correspondencias sonoras como evidencia de las relaciones de parentesco. El segundo tiene que ver con puntos de vista filosóficos-psicológicos sobre la naturaleza y evolución del lenguaje en general. En este sentido, pueden apreciarse estas dos posturas muy marcadas en relación a considerar a las ciencias del lenguaje dentro de las Naturwissenschaften o de las Geisteswissenschaften. En este punto, hubo, entonces, dos enfoques que ya, según Campbell, Du Ponceau supo distinguir: el enfoque “etimológico” (genético o histórico-comparativo) y el “ideológico” (estructural, psicológico, tipológico), como divisiones de la filología. El primero, entonces, se trata de la comparación histórica de formas verbales, principalmente, para establecer relaciones genéticas entre lenguas. Por su parte, el segundo se relaciona más con las formas, estructuras y sistemas en que las diferentes lenguas organizan, de manera diferenciada, la mente humana.

Esta última corriente no fue muy tenida en cuenta por parte de los historiadores posteriores, sino más bien siempre tomada como una corriente menor. Sin embargo, varios de estos supuestos “ideológicos” son compartidos por los teóricos de la lingüística indígena americana a lo largo del siglo XIX. Para nuestra región o más específicamente para los desarrollos tempranos de la lingüística indígena americana en Argentina, estas claves de lectura podemos encontrarlas en muchas de las producciones que se encuentran contenidas en el CR y, sobre todo, en los debates sobre temas específicos que entabla Mitre con algunos interlocutores. En Mitre, como hemos visto, su interés está enfocado en desentrañar la “ideología lingüística”, esto es, “como pensaban los indios en su lengua”.

5. Palabras finales

Los archivos de trabajo, y toda la práctica material que los rodea, son artefactos de registro y documentación de las lenguas que reflejan las prácticas del pasado y que nos dan la posibilidad de complementar algunas lecturas. Ese corpus de papeletas, fichas, libretas, manuscritos, etc., puede ser entendido como el “taller” de trabajo de Mitre (Farro 2018). En este sentido, sostenemos que, si bien el CR a veces es tomado como una “fuente marginal” en tanto no ha sido tenido en cuenta para la historia de la lingüística en Argentina, no se trata de ningún modo de una fuente de menor importancia. Entendemos, en relación a esto, que el CR no es solo la organización sistemática, de carácter meramente bibliográfico o de descripción material, de su biblioteca. Por el contrario, como el título y forma final de la obra sugieren, se trata de un “catálogo razonado” a partir del cual podemos observar y reflexionar acerca de la elaboración de ideas y nociones lingüísticas sobre las lenguas indígenas americanas.

Entendemos que los planteos de Mitre, en tanto centro de propagación de un círculo intelectual que giraba en torno a su biblioteca, materializado en una red de correspondencia a través de la cual puede leerse no solo la imperiosa necesidad de intercambio de material sino, además, de creación de conocimiento científico, de discusión y debate sobre temas puntuales, pueden llegar a aportar a una relectura de su lugar en la lingüística indígena americana.

En particular, la noción de “ideología lingüística” que recorre la obra se constituye en un caso central como ejemplo de los, aunque básicos o poco actualizados, desarrollos lingüísticos en Sudamérica. También hemos podido reconocer algunos repertorios de lecturas y filiaciones teóricas en la obra lingüística de Mitre y tienen que ver con las referencias constantes a los trabajos de Du Ponceau y Brinton, principalmente, que nos han permitido hacer un enlace con estos presupuestos en su obra. Desde Du Ponceau a Powell, el marco teórico que da lugar a sus producciones sostenía que la “psicología” nacional determinaba la tipología del lenguaje. Esta psicología, a su vez, era normalmente asociada con una etapa de evolución social. Esto es, el pensamiento de un pueblo —su cultura, su nivel de progreso, su estado civilizatorio — determina el tipo de estructura lingüística de un idioma. Tanto Du Ponceau como otros reconocidos estudiosos de su época planteaban cuestiones relativas a las tipologías lingüísticas (Schlegel, Bopp, Humboldt, Schleicher): nociones evolutivas “ideológicas” asociadas con las tipologías del lenguaje que se venían desarrollando (Campbell 1997). Así, él fue el primero en definir el término polisíntesis y generalizarlo para describir la estructura de todas las lenguas americanas. Este término es adoptado luego por W. Humboldt, a partir de su correspondencia con aquel. Sin embargo, Du Ponceau evitó las asociaciones negativas en relación a las etapas evolutivas. Por su parte, Mitre adopta y adapta esta decisión teórico-metodológica: todas las lenguas indígenas son polisintéticas y eso refleja la mente de sus hablantes que, con sus lenguas salvajes y simples, sin capacidad de abstracción y menos aún de producir literatura, son el producto de sociedades salvajes “que solo ven con los ojos de la carne” (1881:6).

Notas

  1. En 1906, se sanciona la Ley nº4942, que permite al Estado la compra de su casa para convertirla en museo nacional.
  2. Otro exponente del coleccionismo en su época fue el oriental Andrés Lamas (1817-1891), con quien Mitre sostuvo una estrecha relación amistosa, intelectual y de intercambio de material. Mantuvieron una comunicación epistolar bastante fluida a lo largo de más de veinte años en la cual se comentan hallazgos valiosos, el diseño de sus respectivos catálogos y de otros intelectuales de la época, sus investigaciones, escritos literarios e históricos, entre otros temas. La lectura de estos intercambios (cfr. Museo Mitre 1912) permite identificar también una “red de correspondencia”, en la cual la figura de Mitre ocupa el lugar de “nodo significativo” (además de Lamas, Juan María Gutiérrez, Vicuña Mackenna, Carlos Calvo, etc.), dispuesta a comprometerse en la búsqueda de material sobre América (De Mauro 2017a) (este asunto será desarrollado más adelante). Se trataba de un sistema de intercambio basado en la compra, la venta, el trueque de objetos valiosos (por lo general, libros, “papeles viejos”, pero también mapas, monedas, etc.): “He quedado sumamente agradecido á la puntualidad con que ha llenado usted mi encargo. Procuraré, por mi parte, corresponder á ella, retribuyendo en la misma moneda de papeles viejos y nuevos”, le dice Mitre a Lamas en una carta fechada en julio de 1854. En este sentido, Mitre inaugura el 3 de septiembre de 1854 el Instituto Histórico Geográfico del Río de La Plata, siguiendo los pasos de Lamas en Montevideo, cuyo objetivo era “(...) reunir en un centro todos los documentos históricos que andan dispersos, reunir todos los esfuerzos y dar una revista mensual de 200 páginas por lo menos, consagrada á objetos del Instituto, por cuyo medio nos pondremos en contacto con las corporaciones literarias y científicas del exterior, y principalmente con el Instituto de Río de Janeiro.” (1912:65).
  3. La Biblioteca Americana consta de las siguientes secciones: I Canadá - Estados Unidos; II Méjico; III Brasil; IV Colombia, Centro América, Guayanas, Antillas; V Chile; VI Bolivia, Perú; VII Viajes Americanos; VIII Historia Americana; IX Bibliografía; X Lenguas Americanas; XI Etnología, Arqueología; XII Historia Natural, Geografía; XIII Paraguay y República Oriental del Uruguay; XIV República Argentina; XV Prensa Argentina; XVI Mapoteca; XVII Cuestión de Límites (obras y mapas); XVIII Documentos Oficiales (Nación, Capital, Provincias); XIX Códices Americanos; XX Léxico, Diccionarios, Polígrafos; XXI España y América; XXII Biografías; XVIII Documentos (Archivo de San Martín) y Monetarios.
  4. Proyecto doctoral en curso “El Catálogo Razonado de la Sección Lenguas Americanas de Bartolomé Mitre. Procedimientos discursivos y (re)presentaciones de lo indígena en la emergencia de la etnografía lingüística en Argentina, 1860-1910”. Dirección a cargo del Dr. Máximo Farro (UNLP) y la Dra. Romina Grana (UNC).
  5. El nombre de la obra que Mitre tenía en mente fue variando de manera sutil a lo largo de la década de 1890. En un artículo muy posterior (1958), Fernando Márquez Miranda dice que, según Alejandro Rosa (director del Museo en la primera etapa), Mitre pensó editar la obra con ese mismo nombre. Para nosotros, en cambio, según dejan ver algunos artículos publicados previamente (Mitre 1894, 1895), la obra que Mitre estaba organizando iba a titularse “Catálogo metódico de la biblioteca…” o, en todo caso, “Catálogo razonado de Lenguas Aborígenes de la biblioteca…”, como hemos visto en los manuscritos; pero no “Bibliografía...”, lo cual tiene ciertas consecuencias a la hora de pensar el género en el cual se inscribe.
  6. Aunque hemos encontrado también algunas pocas entradas correspondientes a la sección IX Bibliografía Americana. Esto sucede con casi la mitad de las obras del Título Iº Bibliografía lingüística Americana y con las obras del Título Vº I Correlativas en general, que son una pequeña cantidad en comparación con el resto.
  7. Esta carta, que ha sido trabajada en otras oportunidades (De Mauro 2017a, 2017b), es de suma importancia porque contiene mucha información acerca de los intereses lectores de Mitre, sus posicionamientos sobre el estado actual de circulación del material americanista, el armado de su biblioteca y catálogo y, sobre todo, es a partir de sus comentarios sobre Vicente Fidel López que se inicia la controversia entre ellos. Para nuestra investigación en particular, nos interesa destacar también sus discusiones sobre lingüística y literatura americana.
  8. Se trata de una lengua que terminó siendo calificada como “inventada” y que desató una serie de intercambios entre, principalmente, Daniel G. Brinton (1837-1899) y Lucien Adam (1833-1919).
  9. Carta de Lafone Quevedo a Mitre, Pilciao, 23 de marzo de 1895. Archivo del Museo Mitre, Fondo B. Mitre-privado, armario: 8, caja --, documento nº 14445.
  10. Agradecemos a la Lic. María Ximena Iglesias, responsable del Archivo Histórico del Museo Mitre, por su disponibilidad y por la gentileza con la que realizó aportes para este trabajo.
  11. Además de los que nombraremos, Mitre escribe los siguientes artículos: “El primer libro impreso en Sud América. Anotaciones de un catálogo”; Buenos Aires, 1873; “Orígenes de la imprenta argentina”, La Biblioteca, 1896 y “Lenguas Americanas. El tupy egipciano”, La Biblioteca, 1896. Todos, a excepción de Las Ruinas de Tiahuanaco, están incluidos en el CR.
    1. Que las lenguas americanas en general son ricas en palabras y en formas gramaticales y que, en su complicada construcción, prevalecen el mayor orden, método y regularidad.
    2. Que estas formas complicadas, a las que llamo polisintéticas, parecen existir en todas las lenguas, desde Groenlandia hasta el Cabo de Hornos.
    3. Que esas formas parecen diferir esencialmente de aquellas de las lenguas antiguas y modernas del antiguo hemisferio. (La traducción es nuestra).
  12. Tanto en esta como en todas las citas, respetamos la ortografía y la puntuación de los textos originales.
  13. Carta de Mitre a Lafone Quevedo, Buenos Aires, 3 de agosto de 1894. Archivo del Museo Mitre, Fondo B. Mitre-privado, armario 8, caja 26, documento nº 13.094.

Archivos consultados

Archivo del Museo Mitre: Fondo B. Mitre-privado:

Correspondencia con S.A. Lafone Quevedo;

Lenguas Americanas: Catálogo razonado, manuscritos y fichas (3 cajas)

Referencias

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