CC BY-NC 4.0
© 2018, RASAL Lingüística
DOI: https://doi.org/10.56683/rs180118
Eudeba, 2017, (344 pp.), ISBN 987-950-23-2769-3
Todo docente de literatura alguna vez se ha preguntado cómo se constituye el canon escolar o, al menos, se ha cuestionado aquello que se entiende por “literatura nacional”. La obra aquí reseñada se centra en responder esas inquietudes y desnaturalizar tales conceptos, apelando a entender el canon literario como un arbitrario cultural e indagando los mecanismos discursivos y las intervenciones estatales puestas en juego.
El libro La eficacia literaria. Configuraciones discursivas de literatura nacional en manuales argentinos (1866-1947), de Diego Bentivegna, editado recientemente por Eudeba, es el resultado de la reelaboración de su tesis de doctorado en Lingüística, defendida en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y dirigida por Elvira Narvaja de Arnoux.
Centrado en el análisis de la construcción de la llamada “literatura nacional” en una serie de manuales de enseñanza de disciplinas literarias, como Retórica o Historia de la Literatura, el estudio de Bentivegna propone una mirada glotopolítica sobre los modos de construcción del canon literario que ha circulado en la escuela secundaria en la Argentina durante casi cien años, desde las últimas décadas del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Como se sabe, la glotopolítica se dedica a analizar las políticas de lectura y escritura en relación con los posicionamientos político-ideológicos desde los que fueron enunciados los textos, atendiendo a qué tipo de intervención se llevó a cabo (Arnoux 2008).
Si bien la glotopolítica es el eje vertebral de la obra, cabe destacar que el marco teórico que la sustenta evidencia una gran apertura al tener en cuenta otras posturas y nutrirse de los estudios sobre cultura escrita y lectura (Chartier, Bourdieu y De Certeau), la corriente materialista del Análisis del Discurso (Pêcheux) y la corriente lingüística francesa (Maingueneau), entre otros, que le otorgan profundidad y amplitud, y la llevan a configurarse como un estudio interdisciplinar dinámico.
Vale destacar que, lejos de entender a la literatura nacional como algo dado, que existe per se, el autor concibe a la literatura nacional como una construcción, como una elaboración ligada al proceso de formación y consolidación del Estado-nación. Desde esta perspectiva, aquello que en un momento histórico se entiende como literatura nacional es producto de múltiples disputas por el sentido, de profundos conflictos de interpretaciones. En efecto, según Bentivegna (2017:11), “la literatura nacional es el resultado de la confluencia y de la colisión entre materiales heterogéneos y del montaje de esos materiales en una serie de sentido sobre la base de un relato que les otorga coherencia y, en este punto, los legitima”.
Teniendo en cuenta que las heterogeneidades discursivas e ideológicas suelen pasar inadvertidas para la historia de la educación y para la historia de la literatura, uno de los objetivos propuestos por el investigador es leer en los manuales escolares las huellas de un proceso histórico amplio: la configuración discursiva de un concepto relativamente estable de literatura nacional.
Respecto del objeto de estudio de la investigación, el manual escolar, es posible afirmar que, tradicionalmente, ha ocupado un espacio subsidiario en los estudios humanísticos y culturales. Sesgado su valor formativo y simbólico al ser considerado un género menor, de escaso prestigio social y académico, fue relegado de las investigaciones históricas, educativas y lingüísticas durante casi todo el siglo XX. Si bien hacia la segunda mitad del siglo hubo algunos trabajos que lo tuvieron como objeto de estudio, estos fueron exiguos y aislados. Recién en la década de 1990, la comunidad científica manifestó un auténtico interés por su abordaje y comenzaron a realizarse las primeras investigaciones sistemáticas y pormenorizadas (construidas desde los campos de la Historia de la Educación y la Filosofía: Chopin (1992a, 1992b y 1993), Johnsen (1996), y Escolano Benito (1996 y 2006)). Desde entonces, los estudios efectuados en el marco de diferentes disciplinas, como Historia, Filosofía, Ciencias de la Educación y Lingüística —en especial en el área del Análisis del Discurso—, revalorizaron al libro de texto como material de análisis y reconocieron su importancia como fuente historiográfica, en la medida en que manifiesta los saberes y los enfoques pedagógicos, expresa las prescripciones curriculares y da cuenta de las representaciones sociales que circulan en la institución escolar en una época determinada (Tosi 2018). En efecto, el análisis de los libros de texto permite dilucidar aspectos tan complejos e importantes para la historia de la educación y los estudios discursivos, como los métodos de enseñanza, las prácticas de lectura y escritura, los lineamientos ideológicos y los modos de presentar el saber, entre otros. Dentro de este contexto, Bentivegna (2017:12) realiza una valiosa contribución a la caracterización del libro de texto al abordarlo como “parte de una máquina letrada que hace del conjunto de lo legible un subconjunto enseñable, es decir, más acotado, más modélico y también —como se irá acentuando a lo largo de las décadas de estudio— más homogéneo y menos conflictivo”.
Lo enseñable constituye un corpus de textos sacralizados que funcionan como espacios en los que la sociedad se reconoce. En efecto, este conjunto de obras literarias, agrupadas en un determinado libro de texto, crea efectos de sentido y logra constituirse como una referencia cultural colectiva.
La eficacia literaria… se estructura del siguiente modo. Tiene una “Introducción”, en donde se caracteriza el objeto de estudio, se definen ciertas categorías —como los manuales escolares, los dispositivos enunciativos y las formaciones discursivas—, se traza el recorrido y se explica la organización del libro, y una sección denominada “Puntos de partida”, que expone ciertas decisiones teóricas referidas al lapso de análisis establecido, a la concepción de discurso como praxis y a los vínculos entre canon y tradición, entre otros aspectos. Luego, se encuentra la primera parte, integrada por dos capítulos en los que se desarrolla la tensión entre retórica e historia, y se puntualizan cuestiones conceptuales sobre las antologías y las teorías literarias. A continuación, la segunda parte, formada por tres capítulos, indaga primero, los alcances y limitaciones del historicismo y las tensiones discursivas que suscita; después, presenta los grandes manuales historicistas de literatura argentina de los años treinta y cuarenta. Finalmente, la obra culmina con las conclusiones obtenidas por el autor acerca de la construcción de la llamada literatura nacional “enseñable”.
Vale destacar que la obra echa luz sobre un aspecto muchas veces soslayado en los estudios sobre esta clase de dispositivos literarios-escolares: el tipo de subjetividad pedagógica construido vehiculizada en diferentes dispositivos, el dispositivo retórico y el historicista.
En primera instancia, Bentivegna señala que el dispositivo retórico funciona en una zona abstracta: en el espacio genérico de la competencia comunicativa y en el espacio técnico de las habilidades de producción oral y escrita. La literatura escolar hace foco, de esta manera, en una minoría de sujetos en condiciones de producir enunciados útiles para la administración de la Nación y el ejercicio de profesiones liberales. Tal dispositivo promueve, por ende, la imitación y copia de textos modélicos (entre ellos, se destaca la poesía epidíctica), que se presentan como enunciados legítimos. El abordaje rescata materiales poco considerados por la historia de la literatura y de la educación, que permiten dar cuenta de las disputas acerca de la literatura a enseñar. Se trata de manuales de matriz retórica —pero que en algunos casos tienen un sesgo de historicismo emergente—, como el Curso de Bellas Letras de Fidel López, el manual de Teoría Literaria de Enrique de Vedia y las obras de Gregorio Uriarte y Calixto Oyuela. Asimismo, Bentivegna revela que en este período entra en juego el dispositivo textual “antología literaria escolar”, entramado hasta tal punto con el manual que se lo subsume bajo esa categoría.
Dentro de tal formación discursiva, la literatura se entiende como el conjunto de producción escrita de una sociedad de tipo sincrónico, en donde predomina el canon cosmopolita y la concepción ilustrada del sujeto.
En segunda instancia, el dispositivo historicista se consolida como un mecanismo de despliegue de fragmentos de grandes obras literarias nacionales, que fomentan la lectura contemplativa. De ahí que prevalezca la literatura como un objeto para ser leído, producto de un tiempo y lugar determinados. De este modo, los textos literarios funcionan como moldes para constituir civil y moralmente a los sujetos. En dicha formación discursiva no hay espacio para la práctica, como en el dispositivo previamente mencionado, sino que se hace hincapié en la elaboración de una conciencia nacional y, por ello, la gauchesca emerge como centro estabilizado del canon nacional. En efecto,
Este desplazamiento de lo retorico a los histórico es correlativo al progresivo desplazamiento de la literatura entendida como una práctica, como una técnica para la producción de discursos socialmente eficaces, a la literatura escolar entendida como un recorrido diacrónico por los grandes movimientos literarios nacionales, que se presenta de manera paralela al recorrido por lo que se consideran grandes hitos (políticos y militares) propuestos por la historia nacional (Bentivegna 2017: 313).
Los manuales historicistas operan, así, como una suerte de museo de la literatura o de panteón cultural avalado por una lógica evolutiva y cerrada que presenta a la literatura como un producto histórico acabado, que distribuye y fija lugares centrales y periféricos del canon. Pensadores emblemáticos de dicho dispositivo son Ricardo Rojas, Enrique García Velloso, Ana Julia Darnet de Ferreira, Julio Noé y Roberto Giusti.
Como es evidente, el estudio de este amplio arco diacrónico le permite al autor identificar las rupturas y las constantes en torno a la definición de la literatura nacional. Esta es percibida por los sujetos de la elite gobernante como uno de los elementos centrales para la construcción de una cultura lingüística monoglósica y para homogeneizar a la enorme masa heterogénea de sectores inmigratorios.
Finalmente, Bentivegna concluye que los manuales abordados forman parte de una maquinaria efectiva para construir y naturalizar una representación de literatura nacional. Así planteada, la literatura se muestra como un objeto presentado como clausurado, en un universo lingüístico construido como homogéneo. En este sentido, “la literatura considerada como —genuinamente— nacional funciona como la garantía más potente de la nación argentina en un orden trasnacional hispánico” (Bentivegna 2017: 308).
En síntesis, la obra aquí reseñada realiza un valioso aporte a los trabajos académicos dedicados a estudiar la literatura nacional desde un enfoque discursivo, en la medida en que propone un estudio minucioso sobre manuales escolares, antologías y teorías literarias. Instala una mirada sobre las tradiciones de enseñanza, a la vez que abre nuevos interrogantes sobre nuestro contexto actual: ¿Qué dispositivo de enseñanza literaria prevalece actualmente? ¿Cómo se conforma la literatura nacional del siglo XXI? ¿De qué manera se establece el canon? ¿Cómo influyen los diseños curriculares y el mercado editorial en este proceso?
Por todo lo señalado hasta aquí, La eficacia literaria. Configuraciones discursivas de literatura nacional en manuales argentinos (1866-1947) se instala, sin dudas, como una investigación de referencia de alto rigor académico y de consulta ineludible para estudiantes, graduados e investigadores del campo de los estudios discursivos, la teoría literaria y la didáctica de la literatura.
Arnoux, E. 2008. Los discursos sobre la nación y el lenguaje en la formación del Estado (Chile, 1842-1862). Estudio glotopolítico. Buenos Aires: Santiago Arco Editor.
Chopin, A. 1992a. Manuels Scolaires. Historie et actualité. París: Hachette.
Chopin, A. 1992b. “The Emmanuelle Textbook Project”, en: Journal of Curriculum Studies 24 (4). 345-356.
Chopin, A. 1993. “L´historie de manuels scolaires: un bilan bibliometrique de la recherche francaise. Manuels Scolaires. Etats et societés. XIX et XX siécles”, en: Histoire de l’éducation 58. 165-185.
Escolano Benito, A. 1996. “El libro escolar en la Restauración” en: Escolar Sobrino, H. (dir.) Historia ilustrada del libro escolar en España. Del Antiguo Régimen a la Segunda República, 345-370. Madrid: Pirámide.
Escolano Benito, A. (dir.) 2006. Historia ilustrada de la escuela en España. Dos siglos de perspectiva histórica. Madrid: Fundación G. S. Ruipérez.
Johnsen, E. 1996. Libros de texto en el caleidoscopio. Estudio crítico de la literatura y la investigación sobre los textos escolares. Barcelona: Ediciones Pomares-Corredor.
Tosi, C. 2018. Escritos para enseñar. Los libros de texto en el aula. Buenos Aires: Paidós.